la esquina mágica

Cuando la avenida Padre Isla casi se emancipa de la ciudad se llega a Ferecor El Bar, una esquina mágica a la altura del número 130 que luego resulta tan a mano que está al lado del Musac. Y, a todo esto, arte le sobra un rato a este establecimiento en el que Tato, Tato el del Ferecor, aclara como identificación única, reparte hostelería y cercanía que por derecho podría hacerle lucir en la puerta una bandera que representara la calidad. La calidad de lo que ofrece y vende; y la difícil: la humana. Ferecor El Bar es, los duendes sabrán por qué, territorio amigo. Porque tiene el encanto del primer trago de cerveza al igual que el reposado sabor de una bebida de larga duración. Lo que ocurre es que la gastronomía y los eventos culturales pronto se hicieron fuertes y forman parte de la carta escrita, mental y visual del bar.

Así, el salto online, página web, venta a domicilio y demás modalidades aceleradas por los nuevos tiempos son su nuevo fuerte. Y ese glovo que recorre las calles de la ciudad puede que lleve alguna de las excelencias que se pueden ver por la barra y estanterías de este bar a la vista en el que nada se esconde.

Frente a una caña, el espectáculo es el propio local o una mirada a esa terraza en la que al cliente se le ve más que a gusto. O detectar una lata de ostras de vinagreta de albariño que suenan a verso aunque el cuerpo le pida alguna de las tapas variadas que cualquier día puede incluir tortillas de todas las modalidades.

Ferecor El Bar es ahora también un restaurante en casa, que ultima toda la técnica para ofrecer al cliente, cercano y virtual, la garantía de calidad que es palabra infalible de Tato. Y luego está el resto de la filosofía de Ferecor El Bar. Hacer ciudad. Apoyar el arte y el deporte. Soñar un León más culto y solidario. Crear trabajo. Mucho alma cabe en Ferecor El Bar.