Diario de León

LA EXCEPCIÓN DE LA ÉTICA

VALORES PARA AVANZAR. La mayoría de los españoles considera que la ética no debe limitar el avance científico. Un estudio realizado por la Fundación BBVA sitúa a los españoles y a los británicos como los europeos más abiertos a la investigación puntera

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En todos los países europeos la mayoría de los ciudadanos cree que la ética debe poner límites a la investigación científica. En todos, salvo en España. En nuestro país, una amplia mayoría considera que las cuestiones de esta índole moral no deberían frenar los avances que definirán la sociedad del futuro. Esta es una de las conclusiones más destacadas del Estudio Europeo de Valores hacia la Ciencia, la Tecnología y la Naturaleza presentado por la Fundación BBVA, con el que se desgrana la percepción que los europeos tienen sobre cuestiones relativas al cambio climático, la biotecnología, el uso de internet y la utilidad de las nuevas tecnologías para la sociedad. «Se tiene una gran confianza en los científicos, considerados como profesionales competentes y de conducta ética. La valoración que realizan los españoles sobre los diferentes aspectos de la ciencia tiende a ser muy positiva», señaló el director de la Fundación BBVA, Rafael Pardo, durante la presentación del informe.

Las encuestas realizadas en cinco países (Alemania, Francia, Italia, Reino Unido y España), que han contado con una muestra de 1.500 participantes, revelan la apertura de la sociedad española en cuestiones relativas a la biomedicina, que se sitúa al nivel de la británica en contraposición a la italiana. Por ejemplo, en el caso concreto de la clonación de animales. Existe un rechazo muy intenso y generalizado hacia esta práctica a excepción de los españoles y los británicos, «que reconocen mayor aceptabilidad».

En cuanto a la modificación genética de animales para diferentes fines, España es el único país en el que esta técnica se sitúa en el umbral de aceptación siempre y cuando el objetivo sea la producción de medicamentos, mientras que es rechazada para la producción de alimentos. En el resto de países, se trata de una técnica rechazada para cualquier fin, siendo particularmente más acentuada la desaprobación en Francia y Alemania.

Algo parecido sucede si se da un paso más allá: la investigación con embriones humanos de unos pocos días con fines médicos. En Alemania, Francia e Italia esto se considera moralmente inaceptable. En España y Reino Unido, en cambio, «las opiniones están más divididas entre quienes están a favor y en contra». Es decir, las posturas no son tan claras. Junto a ello, solo un 15% de los españoles cree que un embrión de pocos días tiene una condición moral más próxima a la de un ser humano que a la de un conjunto de células.

Ahora bien, los fines de la investigación que se lleve a cabo en este campo condiciona la opinión de los encuestados. A excepción de Alemania, resulta ampliamente aceptada la edición genética de embriones para evitar enfermedades hereditarias (España y Reino Unido vuelven a destacar en este asunto), no lo es tanto así cuando se habla de incrementar las capacidades mentales y, menos aún, para modificar las características físicas.

Sobre las capacidades mentales, el estudio realizado por la Fundación BBVA incluye un apartado curioso sobre qué opina la población sobre el uso de implantes cerebrales -ya en investigación y desarrollo por varias empresas internacionales- para mejorar la funcionalidad de este órgano. España vuelve a ser el país donde más se aceptarían estas técnicas en todos sus usos: para corregir la pérdida de memoria en caso de enfermedades degenerativas como el párkinson o el alzhéimer (7,5, de 0 a 10 en grado de aceptabilidad), para evitar reacciones impulsivas o violentas de una persona normal (5,7) o para aumentar capacidades como la atención la memoria y la compresión (5).

En cuanto a otras técnicas de la biotecnología, hay diferencias y, sobre todo, un límite insalvable. La fecundación in vitro, por ejemplo, tiene un altísimo grado de aceptación; pero la clonación humana es una barrera que nadie está dispuesta a tolerar. «El rechazo es aún más intenso; es prácticamente universal y rotundo», concluyen los autores del informe.

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