Diario de León
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León

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No alcanzo a comprender los motivos, pero al parecer lo real está desplazando a lo ficticio en la literatura contemporánea. Las novelas de no-ficción están viviendo una edad de oro, aunque cuando yo me he acercado a este género he descubierto que, salvo unas pocas y brillantes excepciones, detrás se esconden relatos personales que no me interesan en absoluto. ¿Qué interés puede tener, más allá del puro morbo, que el autor-narrador de un libro cuente que siente o sintió deseos sexuales por un familiar?, me preguntaba al leer una novela muy premiada. Que algo haya sucedido realmente no le brinda interés, ni que sea inventado debería restárselo. Vicente Luis Mora ha tratado este tema en profundidad en su ensayo La huida de la imaginación (Pre-textos, 2019), al que yo no tengo nada que objetar ni mucho que añadir, más allá de recomendar su lectura porque, además de un ensayo lúcido, es una reflexión profunda sobre qué es la ficción.

La literatura de ficción toma el camino opuesto al periodismo, pero los dos oficios pretenden llegar a un mismo punto: el conocimiento de lo real. Y de igual modo que lo real en la literatura puede alejarnos de la verdad (se puede construir una inmensa mentira ofreciendo solo datos ciertos), lo ficticio en el periodismo puede también alejarnos del lugar al que debería llevarnos. Pienso esto unos días después de la fuga de Carlos Ghosn, al leer en un periódico español que el empresario «abandonó Japón usando una identidad falsa». El dato me llama la atención y busco a ver de dónde ha salido. El gobierno japonés no sabe qué método utilizó el empresario para escapar. La televisión japonesa habla de ciertas teorías, pero advierte que ninguna está confirmada: dentro de una caja de un instrumento musical, con un pasaporte auténtico que tenía en su poder. Aún, a la fecha en la que escribo este artículo, no hay nada seguro. Entonces, ¿de dónde sale el dato que destaca ese periódico español? ¿Han buscado la explicación más sencilla y la han dado por buena? Puede parecer un detalle sin importancia. Pero si el autor del artículo se lo ha inventado, ha recurrido a la ficción para contar una verdad que debería ser verificable (el periodismo es un arte de la verificación). Sin embargo, la ficción fuera de los confines artísticos tiene otro nombre: mentira.

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