Diario de León

La soledad era eso

El 99,9% de las llamadas al Teléfono de la Esperanza esconden un aislamiento social

Carmen Sánchez Pérez y Eutiquio de Paz López, voluntarios del Teléfono de la Esperanza desde su apertura en León. MARCIANO PÉREZ

Carmen Sánchez Pérez y Eutiquio de Paz López, voluntarios del Teléfono de la Esperanza desde su apertura en León. MARCIANO PÉREZ

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León

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Carmen Tapia

LEÓN

Los problemas se enquistan y nadie, a pesar de los años transcurridos desde el incidente, da el primer paso. Así surge la soledad no deseada, un problema social que nada tiene que ver con estar solo. El auto aislamiento es destructivo para la salud mental de las personas. «Es un problema serio. El dolor es tan grande que les invalida la vida». Carmen Sánchez Pérez y Eutiquio de Paz López son dos de las 48 personas que ejercen el voluntariado en el Teléfono de la Esperanza, una labor por la que se decantaron desde que la oenegé abrió en León en 2007. Pero su preparación comenzó mucho antes. Escuchar es una cualidad que necesita capacitación. «No juzgar, no dar consejos, prestar atención a lo que la otra persona te está contando y ayudarla a que encuentre una salida a su problema. Es ella la que tiene que encontrar la solución». Estos dos voluntarios destacan la importancia de esta oenegé. «Ante las adversidades de la vida, las personas nos tienen en cuenta».

La mayoría de las personas que están y se sienten solas son ‘hiperllamantes’. «Tenemos casos de personas que han llamado hasta 3.000 veces en un año, pero las hay que llaman entre 200 y 400 veces». El Teléfono de la Esperanza es el único asidero para el que decide marcar una y otra vez el 987 876 006 o al teléfono de crisis 717 003 717.

No es una cifra, esconde un problema de aislamiento y falta de comunicación social en un colectivo determinado que no está en ninguna agenda política. «Durante la pandemia hemos estado a tope, las 24 horas».

La sede del Teléfono de la Esperanza volverá a la actividad presencial en los próximos días, pero la línea y los oídos del personas voluntario siempre han estado disponibles para los que tenían el teléfono como único recurso.

Eutiquio se jubiló como funcionario de prisiones en el año 2002. Tres años más tarde optó por el Teléfono de la Esperanza para ejercer el voluntariado, tras años de experiencia profesional como educador en varios centros penitenciarios. «Ya tenía mucha experiencia en la escucha. La soledad es un problema habitual, tanto dentro de las prisiones como en la población general. Las personas que están en la cárcel están acompañadas casi todo el tiempo, pero la soledad es otra cosa, es no tener a nadie o desvincularse del resto de la gente, lo que en la mayoría de los casos esconde trastornos mentales».

«El problema de la soledad están en el 99,9% de las llamadas que recibimos, con familia, sin familia, con salud o sin ella. Llaman madres porque los hijos no tienen tiempo de ir a visitarlos, ni a tomar un café. Hay tanto dolor detrás que han perdido el norte de sus vidas», explica Carmen Sánchez, funcionaria de León en activo que ejerce su labor de voluntaria en el turno de noche de los fines de semana. El Teléfono tiene cinco líneas abiertas en horario nocturno. «Cuando alguien te llama de noche, angustiado, dando voces porque es incapaz de tranquilizarse porque está muy afectado, es una satisfacción conseguir que se tranquilice, que su respiración empieza a ser normal y es capaz de iniciar una conversación más pausada. Esas llamadas suelen durar una hora y media. Esa es la recompensa que tenemos. Da mucha satisfacción cuando encuentran un alivio».

El escuchante que quiere hacer bien su labor para ayudar a los demás tiene que «colocarse primero en la agenda» y cuidarse, un aprendizaje que se adquiere también en los cursos de preparación.

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