Diario de León

LA LARGA HISTORIA DEL VIEJO CHIRINGUITO

Viven en la memoria de generaciones enteras. No hay playa sin él. El lugar de reposo del bañista playero. El refugio del día de playa. Tiene más de un siglo este viejo invento. El primero abrió en Barcelona en el siglo XIX mirando al mar, como todos los demás. Y desbancó enseguida a aquellos merenderos de los bisabuelos.

ALEJANDRO GARCÍA

ALEJANDRO GARCÍA

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León

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Pocas cosas habrá tan intimísimamente relacionadas con el verano o el disfrute vacacional como los chiringuitos. Y, a la vez, pocas cosas son tan misteriosas. ¿De dónde viene la palabra chiringuito? ¿Qué significa? ¿Cuándo y en qué lugar nació ese concepto hostelero, capaz como ningún otro de levantar suspiros y despertar recuerdos? Iconos del veraneo patrio y musos de Georgie Dann, los chiringuitos forman parte indisoluble tanto de las playas españolas como de nuestra idea de ocio estival, y sin embargo hemos dedicado tan poca atención a su origen que los mismos datos falsos se repiten por doquier.

Les confieso que esta vez me da un poco de pena que el mito no sea cierto porque la historia valía la pena: una fábula deliciosa según la cual el término se debía al escritor y periodista César González-Ruano (1903-1965). Cronista de ABC, La Vanguardia o Destino, Ruano vivió durante la posguerra varios años en Sitges y hasta allí viajaremos ahora nosotros mentalmente para entender el lío del chiringuito, el señor Ruano y el café cubano.

Verán, frente a frente con el Mediterráneo, en uno de los extremos de la playa de la Ribera de Sitges, hay una sencilla construcción blanca y azul, con tejado a dos aguas y una bandada de mesas y sillas a su alrededor. En el frontal del edificio, en mayúsculas gordas y añiles pone simplemente ‘Chiringuito’, y al lado, desde 1913. En la carta (e incluso en el ticket de cobro) la información se vuelve algo más explícita: según la gerencia éste fue «el primer chiringuito de España». En el exterior, un mural de azulejo con retrato de González-Ruano incluido detalla que era aquí donde el periodista solía alternar y escribir y que fue él mismo quien «bautizó este local con el nombre de chiringuito, expresión que se popularizó en el resto de España» basándose en chiringo, supuestamente una manera cubana de referirse al café.

Con el entusiasmo de quien cree ser pionero en algo, los dueños pidieron en su día al mismísimo Fernando Lázaro Carreter que ejerciera de notario lingüístico para acreditar que no había habido ningún chiringuito antes que el suyo. Así fue, en teoría. El problema es que el célebre filólogo no disponía de las herramientas que ahora todo hijo de vecino tiene a mano, y un par de horas de documentación desvelan que éste de Sitges no fue ni el primer local de España que se llamó Chiringuito ni tampoco el primer negocio de hostelería dedicado a dar de comer y beber a pie de playa, algo que en nuestro país existió mucho antes de que Juan Calafell decidiera en 1913 abrir El Kiosket, luego rebautizado como Chiringuito.

PUESTO DE COMIDA comida

Ni siquiera Ruano tuvo nada que ver con la popularización de la palabra, caramba. En los años 30 ya se usaba como sinónimo de «puesto de comida y bebida al aire libre» en varios lugares tanto de Cataluña como de Baleares, y poco después llegaría a Madrid e incluso a Guinea Ecuatorial.

Andalucía, sede actual de algunos de los chiringuitos más clásicos del país, se resistió un poco más: en 1981 un artículo de ABC Sevilla se quejaba de que el dichoso término fuera poco a poco sustituyendo a voces más tradicionales como sombrajo, nevería, chambao, rancho, bienteveo, ventorrillo o merendero. En otros lugares se llamó bohío, aguaducho o chozna, pero el genérico de merendero fue el más común para designar a un pequeño local, generalmente de carácter temporal o provisional, en el que se podía comer y beber al aire libre.

Lógicamente los había en parques, ríos y plazas además de en los arenales pero de manera más o menos continua, levantados por San Juan y retirados en octubre, hubo merenderos desde mediados del siglo XIX en las playas de Cádiz, Málaga o Valencia. También en Santander o Barcelona, ciudad en la que estuvo el primer (esta vez sí que sí) chiringuito de España.

MIRANDO AL MAR

El 9 de julio de 1899 el periódico barcelonés ‘La Publicidad’ habló de la detención de individuo acusado de montar escándalo «en el paseo de Colón, junto a kiosco de bebidas denominado El Chiringuito». Este chiringuito primigenio estuvo en la Puerta de la Paz al menos hasta los años 40, siendo escenario de las primeras actuaciones de Carmen Amaya y lugar de reunión habitual de artistas y fiesteros. En 1911 ‘El Poble Catalá’ detalló que «en el puerto hay un venerable merendero llamado El Chiringuito adonde van los marineros, gente alegre del comercio, algún periodista, personas de clase media y señores de esos que gustan de lugares extraños». A finales de los años 20 se traslada a la calle Llacuna número 88 y el local original se queda con el nombre de ‘Petit Chiringuito’.

Para entonces ya habían copiado el nombre en merenderos de Lloret de Mar y Sant Lluis (Menorca) pero por qué Lázaro Carreter se equivocó: ni chiringo ni chiringuito tienen nada que ver con el café, sino con el ron.

Chinguirito era como se llamaba en la Nueva España del siglo XVIII al aguardiente de caña, y tanto esa palabra como su versión por metátesis chiringuito pasaron a denominar al trago de licor en México y Cuba. Según el diccionario de mexicanismos de Félix Ramos y Duarte, de 1895, chinguirito era por extensión en Campeche y Chiapas un ventorrillo o tendejón de bebidas. Con el significado de copita de espirituoso se adoptaron chiringo y chiringuito en Huelva y Gran Canaria, y quizás con ese mismo sentido o con el otro de taberna popular un indiano nostálgico abrió el primer chiringuito al lado del monumento a Colón de Barcelona. Junto al mar, como todos los demás chiringuitos que vinieron después.

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