Diario de León

Las Rosalías del pasado

Muchas son las historias que surgen de una conversación, pero si ésta es entre una abuela y una nieta y sale el nombre de Rosalía, como sucede en el libro ‘Cosas nuestras’, la cosa cambia, porque como demuestra, en España hubo otras Rosalías que hicieron lo que les dio «la gana», como la Piquer.

DF16P8F1-23-21-43-2.jpg

DF16P8F1-23-21-43-2.jpg

Publicado por
León

Creado:

Actualizado:

pilar martín

Y esto es lo que nos cuenta lailustradora murciana Ilu Ros en Cosas nuestras (Lumen), un indispensable libro que homenajea a esas mujeres como Concha Piquer que en 1933 se atrevieron a cantar: «Se dice si vas sola ¡Qué desgraciada es!’, se dice ¡Qué coqueta! si con un hombre vas. Si ven a dos mujeres también se dice que el mundo está al revés».

Pero Cosas nuestras va más allá porque, según cuenta a Efe la autora, en esta obra a medio camino entre el cómic y el libro ilustrado ha querido «guardar la memoria» de «nuestras mayores», las que trabajaron duramente en el campo, las que vieron mermada o anulada su libertad, esas que escuchaban a las folclóricas de su época y soñaban con un futuro lleno de cambios.

«Nos creemos que lo que hay es todo nuevo, pero siempre ha habido muchas figuras que han transgredido, y cuando miramos atrás, a la vida de nuestros abuelas, vemos que hubo mujeres a las que admiraban que esquivaron la censura y les daban esperanza cantando esas letras escritas por hombres sobre amores furtivos o de mujeres que tenían hijos fuera del matrimonio», cuenta.

Se refiere a letras que aunque ahora podemos considerar atrevidas, afortunadamente pasaron desapercibidas ante los oídos de la mismísima censura, incluso ante la del dictador Francisco Franco.

Por ejemplo, ¿sabían que El emigrante de Juanito Valderrama (publicada en 1948) fue una de las favoritas de Franco? Pues sí, y como cuenta Ros en el libro, el cantante era uno de los que solía invitar a las fiestas que organizaba para conmemorar el principio de la Guerra Civil en el palacio de La Granja. Allí, pedía al artista que la interpretase pese a que a Valderrama poca gracia le hacía.

Un tema este que era el símbolo de todos los que tenían que salir de España, es decir, los que huían de la situación provocada por la guerra. Una huida y como tal, una desgracia que esta canción criticaba.

Pero hay otros casos como la famosa copla Ojos verdes que, pese a ser censurada durante el franquismo, se convirtió en un clásico que ha llegado a nuestros días con la misma frescura. ¿Y por qué fue censurada esta letra de Quiroga y León? Pues porque relata el amor entre un jinete y una prostituta tras una noche «aparentemente maravillosa», según describe la murciana en la obra.

Historias que Ros ha contado de la mejor manera al usar como protagonista a su abuela Resurre, nacida en 1930, cuando un joven Miguel de Molina se subía por primera vez al escenario de Teatro Español para representar El amor brujo de Falla y cuando la ya aclamada Conchita Piquer «saboreaba el reconocimiento del público».

Por eso esta mujer de vida difícil pero de mente adelantada es la narradora perfecta de esta crónica histórica que pone frente a frente al pasado con el presente, ya que por este libro también se da paso a pasajes de las vidas de artistas más contemporáneas como Rocío Jurado, Nathy Peluso y, por supuesto, Rosalía.

«Este libro habla de feminismo, de la libertad de las mujeres», matiza antes de introducir a la siguiente artista, a «la más grande»: «Menudos ovarios tenía», resalta de quien dice también que «vistió como le dio la real gana», que se declaró «a favor del divorcio y se divorció» o de quien cantó un tema sobre la masturbación femenina.

En concreto Amores a solas, escrita por Manuel Alejandro y Ana Magdalena, un tema en el que Ros indica que hasta se pueden distinguir con claridad los gemidos.

Haciendo gala de un gran dominio de la ilustración, Ros ha hecho un ejercicio digno del mejor cronista de la mano de su abuela, esa a la que grabó meses antes de morir y de la que ha cogido lo mejor, porque Resurre era de esas abuelas que dicen: «no te cases, pero cómprate una cama grande para que duermas ancha».

tracking