Diario de León

«Lope escribió el relato de la identidad perdida de León»

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cristina fanjul

Ángel Freire presentó la semana pasada en León Los Prados de Léon (Eolas), un estudio acerca de la obra de Lope de Vega sobre el reino de León. El investigador, que ya prepara un análisis de la obra que el escritor escribió sobre los Guzmanes, destaca en esta entrevista que la obra refleja la importancia que León tuvo en la configuración de España y sirve además como recordatorio de la ‘memoria histórica’ del Viejo Reino, una realidad que se borró con el diseño autonómico.

—Los Prados de León es una de las mejores obras de Lope y, sin embargo, no es conocida. ¿Puedes explicar sus cualidades y por qué era tan querida para el escritor?

—Sí, Los Prados de León es una joya lírica de muchos quilates y una comedia por la que Lope de Vega siempre tuvo una singular predilección y de la que llega a decir que «no sólo es buena sino que está de suerte escrita que parece que el Teatro (él mismo) se detuvo en ella». Se debe sin duda a la importancia y a la autenticidad que debía de tener esta comedia en aquella época barroca de nuestro Fénix debido a la maravillosa, idílica, conmovedora y misteriosa historia de amor de dos jóvenes platónicamente enamorados —Nuño de Prado y Nise— que en ella se recrea y las circunstancias de su misterioso nacimiento, envueltas en un ambiente conflictivo de guerras de aquella Reconquista de los ya legendarios y casi míticos siglos VIII-IX del incipiente Reino de León. Pero no sólo eso, pues la frescura poética con que la obra está concebida y ejecutada y el prestigio irresistible de la versificación son tan visibles, y las ‘figuras’ estilísticas tan numerosas, tan diversificadas y complejas y con tal maestría tratadas y construidas, que no hay escena que no nos conmueva o emocione por su lirismo, al igual que su arte de contar, de dialogar, de disputarse, de reflexionar; y los cuadros costumbristas o cortesanos dibujados están tan soberbiamente ejecutados que los sentimos como reales y llegamos a «verlos» cuando de hecho son palabras, versos y ‘figuras retóricas’ las que los describen.

—Recupera en la obra a varios personajes olvidados de la historia de España: el propio reino de León, el rey Vermudo y Alfonso II. ¿Cómo ha cambiado la historiografía oficial la historia?

—Esta edición de Los Prados trata de contribuir a poner de relieve que Lope de Vega, un gigante en la imitación poética de la historia, dirigió con ésta y otras comedias su mirada a la Historia del Reino de León y a la nobleza leonesa, sus gentes y parajes, sus hermosas geografías, sus leyendas y romances... Son comedias en demasía olvidadas por la crítica y hasta desconocidas por los propios leoneses... Esta edición pretende contribuir a poner de relieve que los elementos de carácter histórico, que tienen una fuerte presencia en Los Prados de León, a pesar de que se venga diciendo que apenas hay una parte histórica si exceptuamos unos personajes históricos, los reyes Vermudo I «el Diácono» y Alfonso II «el Casto» de León. En el desarrollo de la acción de la comedia es también innegable la fuerte presencia, aun indirecta, de los reyes Alfonso I ‘el Católico», Fruela I «el Cruel», Mauregato», Ramiro I, García (hijo de Vermudo I «el Diácono»), la reina Emilena (Ozenda o Usenda), el Conde Aria o Muza.

—¿Por qué cree que Lope escribió esa historia sobre don Nuño de Prado? ¿Considera que hablaba de un hijo bastardo del rey como una manera de denunciar determinados modos del momento histórico que le tocó vivir?

—Sin duda que es una comedia genealógica que recrea histórica, legendaria y literariamente los orígenes de los otrora poderosos Marqueses de Prado, dueños y señores durante varios siglos de una buena parte de la Montaña Oriental Leonesa, que sentaron plaza en el hoy pueblecito de Renedo de Valdetuéjar. Allí se asentaba el que probablemente fue el palacio más importante, rico y suntuoso del siglo XVII de la provincia de León, el Palacio de los Marqueses de Prado, descendientes, según la historia y la leyenda y la genealogía de un rey del incipiente Reino Astur-Leonés o Reino de León llamado don Fruela; pero para la literatura, del ficticio y también entrañable Nuño de Prado de Los Prados de León, engendrado en Flor, una ficticia y pequeña aldea de pastores y labradores. Pero Los Prados de León es también un drama de la identidad real perdida, en la que la presencia de la bastardía es notoria. No creo que se trate de denuncia alguna sobre determinados modos del momento histórico que a Lope le tocó vivir, aunque, como es bien sabido, el tema del monarquismo de Lope de Vega es recurrente en varias de sus comedias, al igual que el de la bastardía. Pero más que de denuncia, parece como si Lope, más que enseñar la historia de un personaje o su genealogía, pretendiera afectar la sensibilidad social del espectador pues la bastardía, un motivo de hondo impacto en el receptor de su obra, era un tema de especial interés y de especial significado político en la sociedad del Siglo de Oro. Era una sociedad que, por otra parte, se sentía inferior y discriminada respecto a los estamentos privilegiados, lo que desde este punto de vista podría considerarse, como usted dice, una manera de denunciar determinados modos del momento histórico que le tocó vivir.

—En la comedia, Lope habla de la tradición mágica de los territorios asturleoneses. ¿Puede explicar en qué territorios se adentra?

—Lope de Vega no habla explícitamente de la tradición mágica de los territorios astur-leoneses, pero si observamos en profundidad el léxico de esta comedia relativo a árboles, plantas y flores. Vemos que se trata de un léxico cargado de un simbolismo poético y mítico asombroso, cuyos ecos y vestigios se recrean en esta comedia, todavía perduran y forman parte del patrimonio histórico medieval astur-leonés (y castellano-leonés) y del acervo cultural, histórico-legendario y patrimonial de algunas de sus gentes, de sus pueblos, de sus parajes… También de ese otro acervo cultural antropológico muy ligado con el pensamiento mágico (de origen druida, celta, astur-leonés…) que todavía pervivía en las costumbres y creencias ancestrales de los lugareños más viejos de estas geografías hispanas y sus lares y parajes, tildadas a veces de «supersticiones» o calificadas de «supersticioso». En esta edición se comenta relacionándolo con el simbolismo de el prado, los árboles, las plantas, las flores, etc., característicos de las geografías asturleonesas y de su simbología tradicional, y que en esta comedia titulada precisamente Los Prados de León y recreada en una ficticia aldea de la Montaña Oriental Leonesa denominada precisamente con el arquetípico y poético nombre de Flor parecen estar cargados de un protagonismo metafórico o simbólico que llama la atención.

—Seguirá con sendos estudios sobre dos obras más de Lope. ¿Qué puede adelantarnos?

—Pues que ya estoy trabajando en la edición anotada y comentada de la comedia Los Benavides. La idea es que salga publicada a en 2020. Además, y si bien es todavía un proyecto, algo parecido se quiere hacer con Los Guzmanes de Toral. Ya es hora de que estas comedias de Lope de Vega recreadas en el Reino de León comiencen a contar con ediciones sueltas anotadas y comentadas que contribuyan a rescatarlas y se hagan conocer entre nuestros estudiantes de Primaria y Secundaria, animen a Corporaciones municipales a representarlas en sus pueblos y ciudades como homenaje al pueblo leonés, a su historia y a su territorio.

—¿Qué se desprende en la obra de Lope del Reino de León y de la nobleza desaparecida? ¿Qué dice de los Guzmán, por ejemplo?

—Tanto debía idealizar el Reino de León Lope de Vega (que casi adolescente llegó hasta Astorga en una extravagante escapada y travesura de primera juventud) que, como observa Menéndez Pelayo, de su particular agrado hubieron de ser las pinturas de los tiempos del primer renacimiento de la monarquía hispano-cristiana, complaciéndose en retratarnos aquellos antiguos castellanos rústicamente sencillos, que ejercían en sus súbditos patriarcal autoridad, ya labrasen sus campos, ya desenvainasen la espada contra los infieles. Pero cuyos reyes como yo también he observado en Los Prados de León son el paradigma, a ojos de Lope de Vega, de un rey idealizado, perfecto y humano, que puede equivocarse pero que administra justicia con equidad y magnanimidad, ya sea con nobles o villanos; y cuyos villanos, orgullosos de su condición de labradores o pastores, nunca se doblegan ante la injusticia. Lo que no deja de ser ‘una mirada de Lope de Vega a la nobleza leonesa y a sus gentes’ y, como dice Rogelio Blanco, a una «tierra de libertades, cuna del parlamentarismo». Y del Reino de León lo que aprecia Juan Aparicio cuando dice que «no deja de sorprender hoy que Asturias y León en nuestro Siglo de Oro aparecían a ojos de los españoles como un mismo ente territorial y humano»; y también que «estos reyes leoneses de Los Prados…, reyes de Asturias en la óptica presente, en nuestro Siglo de Oro eran considerados sin ningún género de dudas reyes de León». De Los Guzmanes de Toral diré que es una comedia que exalta los orígenes y las virtudes de los grandes señores rurales, cuya fidelidad y comportamiento son tan ejemplares que llegan hasta hacer valer su parcial independencia con respecto al poder monárquico aun a costa de perder el favor real. Pero que precisamente por eso les valdrán ser sancionados positivamente por el joven rey Alfonso VII.

—Es un estudioso de la República y la Guerra Civil. ¿Cómo cree que debería desarrollarse la política de Memoria?

—Bueno, de alguna manera sí, aunque soy principalmente filólogo. Pero digamos que esta edición de Los Prados de León es también un ejercicio de Memoria histórico-literaria de León, otro paciente de la Historia, aun cuando ha sido ‘una tierra de libertades y la región más histórica de las históricas’, como observa Rogelio Blanco. Sí, en 2014 publiqué un libro titulado En Nombre de la Libertad. Páginas de mi Diario de Guerra y Exilio (1936-1945). Victoriano Barroso, edición de las memorias de un oficial republicano de la Marina de Guerra española. Se trata de un libro de Memoria cuya finalidad y razón de ser y de publicarse no fueron otras que las de recuperar y rehabilitar muchas de las voces de «los vencidos y olvidados» del exilio republicano español y crear más Memoria histórica. También las de los represaliados, perseguidos y «paseados» de León, tierra a la que se le ha colgado, falseando la realidad, el sambenito de franquista, cuando se distinguió por una heroica resistencia al franquismo, durante la Guerra Civil y después. Pero que sobre todo sirva para que los jóvenes de las generaciones que protagonizarán la mayor parte de este s. XXI tomen conciencia, a través de la Memoria, de la responsabilidad que les tocará asumir y del deber moral de evitar tener que ser «hombres imperfectos aunque necesarios, heroicos e irrepetibles» como tuvieron que serlo muchos de sus abuelos o bisabuelos. Así creo que debería desarrollarse la política de Memoria en España.

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