Diario de León
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León

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efe

El canadiense Jim Higgins fue uno más de los alrededor de 1.700 compatriotas, con más de 700 fallecidos, que cruzaron como voluntarios el océano Atlántico para enrolándose en las Brigadas Internacionales luchar y defender en la Guerra Civil española la democracia ante la pujanza creciente del fascismo internacional que terminó concretándose en la II Guerra Mundial. Higgins, que se consideraba un socialdemócrata y un pensador independiente, fue incluido en la década de 1930 por los patronos canadienses en la lista negra por organizar sindicatos y la Real Policía Montada de Canadá lo incluyó en sus archivos de radicales.

En la Guerra Civil fue ametrallador en el Batallón Mackenzie-Papineau (también conocido como Mac-Pap) y en la 35ª División, y participó en operaciones de inteligencia. Canadá, a pesar de los alrededor de 7.000 kilómetros que separan ambos países y de que en aquellos momentos viajar resultaba mucho más penoso y complicado, fue el segundo país que con más componentes nutrió esas Brigadas Internacionales solo superado por la vecina Francia.

Prensas de la Universidad de Zaragoza acaba de publicar en español ‘Jim Higgins. Luchando por la democracia’, un libro editado y publicado en 2020 en inglés en Canadá por su hija Janette Higgins.

Jim Higgins (Londres, 1907-Peterborough, 1982), con los recuerdos muy frescos de lo vivido en las batallas de Belchite y del Ebro, escribió parte de sus memorias en Saskatoon en 1939 para un libro sobre el Batallón Mackenzie-Papineau que nunca se publicó, aunque las conservó y han sido parte fundamental para la elaboración de esta publicación. Las primeras referencias a los combates que vivió el canadiense en la Guerra Civil, y cómo fue esquivando la muerte en numerosas circunstancias, son en la localidad zaragozana de Azuara, aunque también pasó por otras muchas ubicaciones que de las que en varios casos ni siquiera era capaz de recordar su nombre, como el de la tarraconense Corbera d’Ebre en pleno frente de la batalla del Ebro.

Tras su regreso de España terminó refugiándose en Estados Unidos debido a la persecución de la Real Policía Montada del Canadá, que lo veía como un radical. Finalmente volvió a Canadá y se instaló en Peterborough, donde se casó.

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