Diario de León

El malestar de la generación ‘Z’

Si la generación «millennial» tenía un alto grado de frustración porque la crisis ahogó sus expectativas laborales, no acordes con su preparación, la generación «Z», los nacidos entre 1994 y 2011, no tiene mejor panorama, como lo muestra María Gómez de Montis en su primer poemario.

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El fin del germen, publicado por Torremozas, es un libro construido con un lenguaje poderoso y afilado, marcado por «el legado, la precariedad y la frustración», como explica a Efe la poeta y periodista De Montis (Madrid, 1997).

El fin del germen es el primer libro de la joven poeta, que divide su tiempo entre su incipiente carrera periodística y la poesía, dos maneras de manejar la palabra y de describir su momento social e íntimo, aunque la poesía es para ella también comunicación.

«La poesía es comunicación, parte de lo íntimo, dialoga con lo colectivo y vuelve a ti. Es una manera de codificar el mundo y simultáneamente de remover, de destruir esa codificación para volver a trabajar sobre ella. Además tiene una parte de autoconocimiento efímero, casi adicitvo», argumenta la autora.

El libro se abre con una cita de Alejandra Pizarnik: «La rebelión consiste en mirar una rosa/hasta pulverizarse los ojos», toda una declaración de intenciones para la autora, quien considera a Pizarnik una de sus grandes referencias junto con Sylvia Plath.

Dos miradas que, según explica, la ayudaron mucho en momentos inestables en su vida. «Cuando no sabes qué te pasa y tu realidad está disociada, el poema ayuda a poner marcos en los que manejar tu pequeña parcela de certezas», dice.

Pero por este libro que grita y aúlla malestar juvenil y que aúna la voz del grupo con la voz íntima, cargada de herencia familiar, también pasas referentes poéticos, como El Ángel (1961-1995) un poeta y guitarrista de la contracultura en la movida madrileña, Ben Clark, Alfonsina Storni o Ángel González.

Y hasta una cita de Lorde, la cantante neozelandesa de 23 años que es voz de una generación. Y es que De Montis juega mucho «con la idea de una poesía pop, muy juvenil e intercambiable por otros productos culturales equivalentes».

«Somos vuestros hijos, los buenos/concebidos a pleno color/sobre alfombras suecas y parqué. Fuimos vendidos, aún semen/a buenas universidades: apenas pudimos dar gracias/por llegar tarde al Paraíso/...¿Dónde nos habéis dejado? Aquí todo se calcina. Atrasamos vuestras guerras: no sabemos pertencer», escribe De Montis.

Sobre el título, El fin del germen, la autora explica que reúne «todo ese germen de malestar juvenil, que aunque parece que se va a levantar nunca tiene la fuerza suficiente para hacerlo y se queda en la queja».

«Por otro lado -precisa-, ‘El fin del germen’ asume el fin de la juventud, de esa apertura a un futuro, en el que teníamos todo por delante y que ahora descubrimos que es falso. A partir de ahí, hay que trabajar con ello».

«Creo que hay un tallito de esperanza por todo el poemario, transversal a todos los textos y marcada por la colectividad (sí, estamos fatal, pero estamos juntos), y de ello que no me di cuenta hasta que Torremozas no incluyó ese tallo simbólico en la portada», concluye De Montis.

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