Diario de León

Con las manos vacías de esperanza

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León

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josé enrique martínez

El campamento de los aqueos», de Javier Velaza, es un poemario sorprendente, porque no estamos acostumbrados al tono épico en los poemas líricos. Me remontaría, pese a las diferencias, a Martínez Mesanza, que en su obra celebra las viejas virtudes del heroísmo, el coraje, la lealtad y la nobleza en versos vigorosos con los que logra estampas de recia grandeza. Velaza encabeza el poemario con una cita de Homero e inicia el libro con sabor homérico: «Semejante a la noche, así dirán que vino», escribe; vino Apolo, el dios de la belleza, para esparcir muerte entre los aqueos. Los héroes antiguos nos representan a nosotros, pequeños héroes movidos por el miedo, la escasa luz de la esperanza, «el portazo de la noche»…, con versos briosos que proclaman que los clásicos antiguos iluminan los estambres de nuestra vida, porque el odio y la culpa, el crimen y la fuerza siguen habitando entre nosotros. No han muerto los clásicos; son espejos en los que nos reflejamos. Lo que sucedió cuando Jerjes mandó azotar el mar, se renovó en 2018 cuando camaradas de Lunacharski juzgaron a Dios y dispararon contra el cielo y cuando cualquiera de nosotros nos rebelamos contra el tiempo, causante de tantas dolorosas ausencias. ¿Dónde reposan los viejos héroes? En esas bibliotecas de las que habla el poema, donde Tucídides convive con Defoe y donde todos contemporizan con el lector de hoy que recuerda que «en sus páginas fuiste el valiente, el perverso, / el generoso, el cínico, el homicida, / la muchedumbre anónima y el héroe extraordinario». Impresiona leer «Gare du Midi», glosa de un poema de Auden, y ver a «ese hombre que desciende de un tren, / sin rostro, sin abrazo, sin nombre, sin origen», caminando «con el paso de un ejército atroz», que porta la semilla del mal, que aniquila y borra, ese hombre es «la estúpida historia» que regresa puntual, indefectiblemente. ¿Cómo no leerlo en este momento de conmoción por la guerra en Ucrania? Es lógico que haya desaparecido la fe en los hombres y en el futuro. ¿Cómo escribir una deliciosa bucólica virgiliana, cuando sabemos «que la brisa de hoy es una tregua del tifón»? Si somos pequeños héroes lo somos a la manera de Sísifo, repitiendo gestos, bajando de la roca «con las manos vacías de esperanza».

Queden para otra ocasión aspectos del poemario que nos conturban, en relación por ejemplo con las pestes de la historia y con la pandemia que nos ha tocado en suerte.

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