Diario de León

Un MIR leonés en cabeza

Pablo Conde, natural de Sahagún, obtiene el número 48 dentro de los exámenes de acceso a la formación sanitaria, entre más de 12.000 aspirantes

Pablo Conde, el día de su graduación en la Usal. DL

Pablo Conde, el día de su graduación en la Usal. DL

León

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ana gaitero

LEÓN

Doscientas diez preguntas y cuatro horas y media de examen colocaron al leonés Pablo Conde en la cabeza de la nueva promoción de Médicos Internos Residentes (MIR). Obtuvo el puesto número 48 entre los más de 12.000 aspirantes a un puesto para la formación en el acceso a la profesión sanitaria.

Fue uno de los alrededor de sesenta estudiantes que se examinaron del MIR en la Facultad de Derecho de León, una posibilidad que se abrió en 2020 debido a la pandemia para descargar los centros madrileños donde tradicionalmente se concentraba la convocatoria.

«Fue un examen complicado para la mayoría de la gente porque hubo muchas preguntas de especialidades preclínicas, como Bioquímica y Anatomía Patológica. A mí como me gustan me resultó más sencillo», explica.

Tiene claro que quiere formarse en algún hospital grande de Madrid, Valencia o Barcelona, aunque aún no tiene claro al 100% la especialidad que elegirá. «He descartado las quirúrgicas porque no hay tanto contacto con los pacientes y me atraen Anestesia, Cardiología (en la que más pienso ahora) y Neurología», señala.

Le queda un mes para decidirse. Pablo Conde, hijo de médica y de neuropsicólogo, recuerda que de niño ya quería ser médico, aunque en la Secundaria abandonó la idea atraído por la bioquímica y la biomedicina. Cuando tuvo qué elegir carrera sopesó las posibilidades que la medicina ofrece de hacer investigación y estar en contacto con los pacientes al mismo tiempo. «Me gustaría investigar y la medicina permite todo eso», explica. Ha estudiado la carrera en la Universidad de Salamanca.

Terminar los últimos años, con las prácticas, en plena pandemia ha sido «traumático». «Me aislé en mi habitación durante los meses que duraron las prácticas y reduje mis contactos a cero», explica. «Me hubiera gustado hacerlas en León, pero en las circunstancias que vivimos era complicado».

Para quitarse la espinilla, pidió unas prácticas en el centro de salud de Sahagún cuando mejoraron las condiciones y ya con la vacuna puesta. Fue una rotación voluntaria. «Mi médica de familia en Sahagún está acreditada para tener residentes y lo solicité a través de la Gerencia de Atención Primaria», explica.

Aunque fue un periodo corto (dos semanas), «fue una muy buena experiencia», apunta Pablo Conde. «Aprendí mucho de medicina rural, que es algo de lo que tenemos prácticas en la universidad». Aunque su vocación de especialidad no va por la medicina de familia, «es una formación que te aporta mucho y más en una situación tan complicada de pandemia».

El joven MIR lamenta que la Atención Primaria y la medicina de familia «está muy devaluada; falta inversión en Sanidad, pero sobre todo en Atención Primaria. La ómicron lo ha puesto en evidencia», subraya. Las primeras olas de la pandemia, al provocar casos más graves, puso el foco sobre los hospitales, «pero la ómicron saturó la Atención Primaria».

Conde reclama más inversión para hospitales y primaria. Resalta que «España es uno de los países que menos PIB dedica por habitante al presupuesto sanitario», lo cual recae sobre los profesionales. «A veces los profesionales tienen que hacer más horas de la cuenta de su propio tiempo libre», lamenta. «La sanidad está funcionado a costa del cansancio de los sanitarios, de jornadas extenuantes, con mucha gente quemada», puntualiza.

Lo triste es que con el fin de la pandemia «los contratos covid se acaban y no hay refuerzos. Se debería mantener», reclama. Con todo, la pandemia ha reforzado su vocación. «Sientes que estás haciendo algo que importa», aunque no se refleje en unos sueldos (1.200 a 1.500 euros) que no se han actualizado al nivel del Salario Mínimo Interprofesional.

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