Diario de León

«Mis padres me enseñaron a temer el mundo»

El berciano Hernán Migoya viaja a los años cruciales en ‘Baricentro’

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Cuando Hernán Migoya vuelve del Perú a casa, en la visita periódica a sus padres, algo ha cambiado. La enfermedad golpea con fuerza a la familia y quizá ya nada pueda ser como fue. Por ello se propone evocar sus años de formación en la periferia de Barcelona, en la ciudad dormitorio de Barberà del Vallès. Volver a la época que pasó a la sombra de un árbol genealógico huraño y al abrigo de un centro comercial protector. Unir entre sí, como una hilera de migas de pan, las experiencias que forjaron su carácter: la pasión por la cultura popular, el aprendizaje de los códigos del barrio, el desconocimiento sexual, la ética del buen hijo ante el sacrificio de una madre.

Novela brutal y tierna, Baricentro es una travesía de regreso a los años cruciales del escritor ponferradino. Sin embargo, nadie sale indemne de un viaje así, porque rendir cuentas a la infancia significa enjuiciar a la persona en que nos hemos convertido. Hace 40 años, un niño de 9 años de Barberà del Vallès recibía con entusiasmo las noticias sobre la inauguración de un centro comercial, el primero de toda España. Lo construían en la periferia de Barcelona, en su ciudad, en una de las poblaciones que creció con la ola de la inmigración de los 60 y cuyos hijos formaban parte de esos catalanes que durante años han vivido a espaldas de Barcelona y de la cultura «oficial». Ese niño curioso, voraz lector y enormemente tímido se convertirá en un rebelde adolescente y más adelante en un irreverente escritor, Hernán Migoya.

En Baricentro, Hernán Migoya se desnuda ante el lector y nos hace partícipes de sus miedos, sus dudas, sus esperanzas, y nos traslada a esos años 70 y 80, donde el centro comercial era el «cofre de los tesoros» para muchas familias humildes de extrarradio. Las madres eran mujeres que trabajaban sin cesar con una abnegación total hacia la familia y los padres eran estatuas impasibles que no sabían mostrar sus emociones, encontrando refugio en el bar y la televisión. Entre ellos pululaban los niños. Esos chavales de orígenes diversos, los charnegos, que jugaban en el parque y descubrían a la par que la sociedad se abría a nuevos tiempos, el sexo, la violencia y, sobre todo, la supervivencia. El centro comercial les hacía olvidar su modesta vida y asomarse a un lugar de ensueño y Migoya lo recuerda y rinde su particular homenaje en esta novela.

Baricentro es una historia plagada de referencias al cómic, al cine y a la lectura. Los días, meses y años que Hernán Migoya pasa en la Biblioteca pública de Barberà o en los pasillos de la librería del centro comercial son unos momentos felices. Las mañanas que se sienta al lado de su padre a leer son de los mejores recuerdos que tiene de él. Leer le abrirá la puerta a escribir y desde pequeño querrá ser escritor. Cuando nos habla de las visitas de Vázquez Montalbán a su colegio o la de Eduardo Mendoza, a quien se atrevió a entregar un texto que había escrito y él le contestó tiempo después con una carta animándole a seguir, nos contagia su emoción. Es un Migoya familiar, tímido, torpe en las relaciones y deseoso de encontrar el amor, que para protegerse se oculta bajo una capa de cinismo y provocación.

«El mundo no me gustaba. Mis padres me habían enseñado a temerlo. En el caso de mamá, porque desde niña había recibido los palos de su padre y también las dentelladas del hambre; en el de papá, porque, por más que lo disimulara con capas de sorna, había heredado el miedo de los republicanos vencidos: mi abuelo se había escapado por los pelos de ser fusilado durante la guerra, y desde su salida del campo de concentración los trapos sucios se lavaban en casa… Así que crecí en una burbuja, rodeado de violentas novelas para adultos y música popular hispanoamericana.»

Hernán Migoya (Ponferrada, 1971) es escritor y guionista de cómics y cine. Posee una de las carreras más originales y corrosivas del panorama artístico español. Tras su sonado debut literario con Todas putas (2003), ha publicado la novelas Observamos cómo cae Octavio (2005), Quítame tus sucias manos de encima (2010) y Una, grande y zombi (2011), los volúmenes de relatos Putas es poco (2007) y Hazañas eróticas del Cuarentón hijoputa (2018, en coautoría con el ilustrador Santiago Sequeiros), así como la radiografía sexual Deshacer las Américas (2016). Como guionista de cómics, es autor de más de una veintena de álbumes y novelas gráficas de éxito, además de haber dirigido, entre 1992 y 1998, la legendaria revista El Víbora.

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