Diario de León
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josé enrique martínez

El sueño de una sombra (2019) es el libro de David Pujante que precedió a esta Galería que ahora reseño. El autor entiende los nuevos poemas como frutos desprendidos del poemario anterior una vez cerrado. Lo relata en un prólogo en el que califica a sus poemas de «fragmentos épicos», entendiéndolos como un «ejercicio de timidez» propio de quien desea expresar sus sentimientos, gustos y experiencias de modo indirecto: «En Cavafis descubrí que podía utilizar una serie de máscaras históricas para ser yo sin mostrarme al desnudo» y, generalizando, para descubrir «el misterio de nosotros mismos», como expresa un poema. Es a través de otros personajes, pues, como el poeta exterioriza sus vivencias, deseos y reflexiones. En tales personajes ajenos se refleja el poeta de vida moderada inmersa en la lectura, en el afán de conocer, en el placer de la música o de la pintura y en el gozo mismo de vivir. Uno de los procedimientos más efectivos al respecto es lo que suele llamarse «monólogo dramático», cuando el personaje histórico expresa en primera persona emociones e ideas que pertenecen a la vez al autor real del texto. El recurso cobró cuerpo inicial entre nosotros en la poesía de Luis Cernuda, al que siguieron otros como Gil de Biedma o Valente. En algunos poemas de Pujante observamos tal mecanismo; por ejemplo, en «Heracles vuelve a la región de los misios»: Heracles evoca su amor por el joven Hilas, a quien buscó denodadamente sin llegar nunca a encontrarlo, por lo que concluye que «se es sabio en el dolor forzosamente». La mayoría de las veces, sin embargo, los poemas adquieren un carácter lírico-narrativo en tercera persona, trayendo a escena a poetas como Emily Dickinson en un intenso poema que habla del misterio que envolvió tanto su vida como su verso «desnudo y amargo»; Rimbaud, encarnado, por así decir, en un haraposo de nuestro tiempo; y, por supuesto, los poetas más queridos de Pujante, que son sin duda Cernuda y Brines; con el primero se siente Pujante tan identificado que escribe: «leyéndolo, eres tú el que dice, el que sufre; / y el inquieto eres tú, y el reflexivo». Al fin y al cabo se trata de sentirse otro, de reflejarse en el espejo del otro, sea poeta, músico —es la música otra de las pasiones del poeta— o figura mitológica, porque son muchos y varios los que acuden a la llamada del poeta de hoy, que ha construido una Galería en la que la cultura, de modo natural, se confunde con la vida.

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