Diario de León

De la niñez a la adolescencia. ¿Y quién soy ahora?

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Parece claro que la adolescencia es un periodo crucial en la vida y que supone una crisis emocional y de identidad importante que conlleva pérdidas y logros, y que se manifiestan con episodios de tristeza, ira y aflicción que inundan a los jóvenes. Los conceptos de duelo, identidad y narcisismo, son seguramente los que mejor definen, aunque no los únicos, la comprensión del proceso adolescente.

Sin embargo, a pesar de esa claridad para todos de lo que esta etapa supone, cuando llega este momento los padres se preguntan, ¿qué podemos hacer por nuestros hijos? ¿Qué hace que el duelo adolescente sea tan dramático y caótico?

Y es aquí donde aparece la primera incertidumbre por parte de los padres, ¿está mi hijo en un proceso de duelo? La respuesta es Sí.

En el tránsito de la niñez a la adolescencia el joven experimenta distintas pérdidas que le hacen transitar un proceso de duelo. Podemos decir que el adolescente realiza tres duelos fundamentales.

Duelo por la pérdida del cuerpo infantil, base biológica de la adolescencia, encontrándose como espectador impotente de lo que ocurre en su propio organismo, modificaciones que en muchas ocasiones no se ajustan a la imagen imaginaria de «súper modelo» que tenían en sus cabezas, el duelo por la pérdida del rol y la identidad infantiles, que los obligan a una renuncia de la dependencia paterno- filial y a una aceptación de responsabilidades que muchas veces desconocen, y el duelo por los padres de la infancia a los que tratan de retener buscando el refugio y la protección que ellos significan a la vez que intentan apartar para hacer presente sus nuevas necesidades, sus ideologías, aquello que forja su nueva identidad, en una lucha incesante por buscar su sitio.

Nuestra sociedad actual presenta características que condicionan la evolución y duelo del adolescente y dan respuesta a alguna de esas preguntas sobre la dramatización de la transición como el adelantamiento en la edad biológica de la pubertad, la prolongación del tiempo de preparación al adolescente para su ingreso en la adultez y su independencia, o la permanencia más tiempo del deseado, en una adolescencia forzada, en casa de sus padres, padres que a su vez se han iniciado en la paternidad a edad muy tardía, familias monoparentales… todos ellos entre otros, aspectos que nos hacen ver como cada vez más familias se estructuran alrededor de ese único hijo, príncipe o princesa nunca destronado que genera un vínculo que no ayuda en el proceso adolescente.

Esta situación además se complica or la propia actitud de los padres, que también tienen que aceptar su envejecimiento, que sus niños se hacen mayores y permitir a sus hijos desarrollarse en esta nueva fase.

Y este es un punto fundamental, y es que los padres deben permitir a los hijos desidentificarse de los modelos anteriores, ser padres que se dejen sustituir pues de los adultos que rodeamos a los adolescentes, es la responsabilidad y el reto de proporcionar a los jóvenes el apoyo y fuerza suficiente para forjar su nuevo si no.

El adolescente seguirá necesitando un marco desde el cual poder experimentar y buscar con mayor libertad quién es ahora y qué quiere ser en el futuro, y ese marco es responsabilidad de los adultos que les rodean. Sin duda esta etapa representa un reto también para los padres.

Toda la familia, de cierto modo tiene que encontrar nuevas formas de relacionarse, desarrollando por ejemplo hábitos familiares desde la niñez que favorezcan momentos de comunicación compartidos alejados de la actual adicción de los teléfonos móviles y otras tecnologías que dificulta mucho esa comunicación.

Si como padre ves que tu hijo adolescente ha sufrido cambios bruscos y exagerados en su estado de ánimo, presenta excesivo mal humor, agresividad o sentimientos intensos de tristeza y baja autoestima, es posible que el proceso que implica afrontar todas estas pérdidas le esté siendo difícil y necesite el apoyo de adultos para transitar este camino.

Todo lo que ocurre en la vida tiene un principio y un final, y la adolescencia no iba a ser diferente, si bien es muy importante estar presente en esta fase de nuestros jóvenes pues en esta etapa se forjarán las generaciones que nos sustentarán en un futuro.

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