Diario de León

Nueva vida a los restos del mejillón

El concurso Mares Circulares de Coca-Cola premia el proyecto Economía Azul 4.0 del ingeniero industrial Diego Vázquez que garantiza residuos cero del molusco

El aprovechamiento de las conchas y otros residuos del mejillón se plantea sobre todo para conserveras. RAMIRO

El aprovechamiento de las conchas y otros residuos del mejillón se plantea sobre todo para conserveras. RAMIRO

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La sabiduría popular dice que del cerdo se aprovecha todo, pero se podría decir lo mismo de otras materias primas como los mejillones. Como alimento, son ricos en proteínas, en omega 3 y en vitaminas. También son, dentro de los moluscos, más asequibles por su precio no muy elevado.

Ahora, varios proyectos innovadores intentan ir un paso más allá para que todo —absolutamente todo— del mejillón se aproveche, incluso su cáscara, convirtiéndolo así en un ejemplo casi perfecto de economía circular.

El ingeniero industrial Diego Vázquez González está detrás del proyecto Economía Azul 4.0. de la compañía gallega Newmind Innovation, que acaba de ganar uno de los premios del Concurso Mares Circulares de Coca-Cola. «Uno de nuestros clientes quería darle un valor añadido al desperdicio del hervido, que era la concha», explica sobre los orígenes de esta idea. «Este tipo de empresas suelen proveer o solo la carne del mejillón o solo media concha, así que ahí había una gran cantidad de residuo para la que no había una salida», apunta.

Ahí está, de hecho, el quid de la cuestión y posiblemente también la razón por la que esta no es la única iniciativa entre las empresas innovadoras del noroeste peninsular que está intentando dar una nueva vida a los restos de los mejillones. Galicia es una potencia mundial en la producción del mejillón: según datos de la Organización de Productores de Mejillón de Galicia (Opmega), en las rías gallegas hay unas 3.300 bateas que se dedican al cultivo y se producen unas 270.000 toneladas de producto al año, el 94% de la producción española y el 50% de la mundial.

No todos los mejillones llegan a los hogares tal y como salen de la batea —esto es, con su concha cerrada— y muchos lo hacen ya procesados, como en una lata de conserva. Es en ese proceso en el que se generan los residuos: la concha se separa de la carne y se convierte en basura, una para la que no existía una solución específica. «En algunos sitios a nivel gallego, al no haber una cadena de recogida y re-uso de este desperdicio, daba lugar a vertidos incontrolados», indica Vázquez González.

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