Diario de León

Ovillos sin un hilo del que tirar

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León

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josé enrique martínez

El primer poemario del cacabelense Pablo López Carballo, Las ruinas encontradas, apareció en 2010; el último era La dictadura de la persepectiva, de 2017; Perder naturaleza, de este 2021, lleva un título significativo en el momento actual y en el que va implícito (pues apenas se exterioriza) un propósito crítico. En cualquier caso, el nuevo poemario responde a una poética que en reseñas anteriores he calificado de conceptual; me he referido también a su poesía como sustantiva, compleja, de no fácil intelección y, por consiguiente, exigente con el lector. A esto debo añadir que no es una oscuridad buscada, sino que brota del pensamiento del poeta, de su indagación en la difícil realidad. Otros reseñistas han abundado en la complejidad del poemario, que el propio poeta, en la contracubierta, quiere aclarar: «Perder naturaleza es un libro que se coloca en la duración, es decir, ese difícil anclaje que procuran las cosas mientras suceden». La sucesión temporal, por lo tanto, es un río que recorre el poemario; ese «tiempo como supuesto abstracto» el ser humano lo va parcelando, encargándose la memoria de conectar pasado y presente, el mito y lo cotidiano. Como acaba resumiendo el poeta, este poemario habita en el «mientras», así la flor del cerezo, que «fue siempre impaciencia / de fruto». Son particularidades que afectan ya al primer largo poema, «Los primeros días», en el que el poeta se remonta acaso al origen de la humanidad para recorrer los días (tal vez síntesis de siglos) en que van apareciendo la conciencia temporal, el amor y la desolación, la violencia y el miedo, la actuación del hombre sobre la naturaleza y el espacio, los conceptos y el sentido de la belleza, la representación, la especulación y la política.

No hablaré de las distintas partes del poemario, sino del libro en conjunto, como un armazón de posibles fragmentos, dada la ausencia de títulos en los poemas, muy breves en general, como instantes o pinceladas que recogen un gesto, un pensamiento, un primer verso que no sabemos adónde conducirá, con un sujeto que cuando es una tercera persona nos hace preguntar quién dice o hace, creando huecos difíciles de rellenar, «omitiendo referentes»… La parte final, de carácter ensayístico, tal vez sea una propuesta de lectura de los poemas anteriores, uno de los cuales copio en parte: «Hacia la ceguera / van las cosas. Desliadas, / al fin, / se mueven sin rastro / de un vacío a otro, / como saludos o palabras».

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