Diario de León

DE LA PANDILLA AL DIVÁN

¿Por qué hablan cada vez más los adolescentes de salud mental? Han roto los tabúes. Ya no asocian psicólogo con locura. Han cambiado las confidencias a su pandilla de amigos por la asistencia de una profesional. Es la gran transformación, entender al fin ‘mens sana

Gerd Altmann

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León

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Los jóvenes españoles rompen el tabú sobre la salud mental: no es malo ser frágil. Cada vez dan más importancia a la salud mental, no solo porque han aumentado sus visitas a estos profesionales, sino porque cada vez más estos temas se cuelan en sus conversaciones, rompiendo los tabúes y estereotipos de las generaciones anteriores, que asociaban la psicología directamente con la locura.

«Hace 20 años oía mucho decir que no tenían que venir al psicólogo porque no estaban locos», cuenta la psicóloga Núria Casanovas, que cree que su generación empezó a acortar la barrera de vincular la salud mental con una enfermedad hasta que finalmente han sido ahora los jóvenes y adolescentes los que han acabado con ella y consideran que «ir al psicólogo es positivo».

«Los adolescentes se lo explican a sus compañeros: antes ir al psicólogo era una vergüenza y ahora se ha convertido casi en una moda», añade Casanovas, que ha notado este cambio de tendencia en que cada vez son más los pacientes que acuden a su consulta recomendados por otros y que esto implica que existe una conversación alrededor de este tema.

El decano del Colegio Oficial de Psicología de Cataluña, Guillermo Mattioli, explica que la psicología es una ciencia que tiene menos de cien años y que los problemas «siguen siendo los mismos desde hace mucho tiempo», por lo que no sabe si este cambio «es generacional o de todas las generaciones juntas». Considera evidente que se ha producido un cambio cultural que ha hecho que la salud mental deje de estar asociada a la locura y a la medicación, normalizándola, y que ha dado paso a una «emocionalización» del lenguaje porque antes hablábamos más de sentimientos y ahora, de emociones.

«Tenemos que hablar de la normalización del sufrimiento psicológico», comenta Mattioli, que considera necesario hacer pedagogía sobre que el sufrimiento psicológico no es una enfermedad mental, pero esta sí que está generada por el sufrimiento: «La enfermedad mental es una mala solución del sufrimiento psicológico».

«Los problemas son los mismos, pero antes venían cuando estaban en fases más avanzadas, cuando ya no salían de la habitación», explica Casanovas, que añade que incluso algunas personas con tendencias autolesivas piden ver a un psicólogo ellos mismos, cuando aún nadie ha detectado que existe un problema.

La psicóloga también considera que las pantallas han provocado problemas de conductas y ansiedad en adolescentes y niños, como pueden ser problemas de sueño, nervios o ataques de ansiedad.

Casanovas habla de que acudir a terapia es una cuestión de estar dispuesto y esperar a estar preparados, porque «tienes que poder vivir en estado de malestar durante bastante tiempo para darte cuenta de que algo va mal».

Los expertos ponen en valor la importancia que movimientos como el feminista o el LGTBI han tenido a la hora de derribar lo que Mattioli define como «masculinidad hormonal testosterónica», que ha permitido acceder a cada vez más hombres a esta dimensión emocional, recordando que «el principal problema es el estigma, que también es una enfermedad, porque la salud comienza cuando puedes conectar con tus sentimientos y emociones».

Advierten de que la pandemia «ha generado una cantidad de sufrimiento que no es normal» en las personas porque «somos seres sociales antes que individuales» y que en España la asistencia psicológica pública «es muy insuficiente» y todo el sufrimiento ha acabado en la asistencia privada.

Según la Organización Mundial de la Salud, una de cada cuatro personas desarrollará un problema de salud mental a lo largo de su vida, por lo que los expertos creen que es un avance importante que aumente la conversación sobre este tema. «La salud es flexibilidad y la patología es estereotipo», sentencia Mattioli.

España es uno de los países de la Unión Europea en los que más fármacos para tratar las condiciones de salud mental se consumen: según el Ministerio de Sanidad, una de cada diez personas los toman a diario.

UN DERECHO

Unicef ha lanzado la alerta: uno de cada siete menores en el mundo tiene problemas de salud mental, adolescentes, expertos del ámbito educativo y de la infancia reclaman la urgencia de invertir y facilitar el acceso a la atención en salud mental para romper el tabú y el silencio que los oculta.

«Hay que darle más importancia a la salud mental, forma parte de la salud física, uno no está bien si no lo está mentalmente, debe ser un derecho ir al psicólogo y no un privilegio», asegura Lara Padilla, una joven que ha participado en la presentación del informe anual de Unicef sobre la situación de la infancia centrado en esta ocasión en la salud mental.

El estudio alerta del impacto de la pandemia en el bienestar emocional de los niños y adolescentes que viven en España: el 58,3 % de entre 15 y 24 años dice sentirse «a menudo» ansioso, nervioso y preocupado y el 36 % «a veces». Además, el 68,2 % de los menores en España reconocen que se sienten «a veces» deprimidos y el 11,5 % que tienen poco interés en hacer cosas «a menudo».

Lara acudió al psicólogo porque se lo pudieron pagar sus padres, al igual que Rober Arribas, otro de los jóvenes que ha participado en este acto. «Hay que hablar públicamente de la salud mental, invertir más y aportar más recursos en los colegios para abordar estas situaciones», reclama.

Ambos adolescentes señalan que incide la situación económica y cultural de las familias sobre cómo los niños afrontan estos problemas, por lo que reclaman que la atención a estas situaciones se hagan desde el sistema público.

«Un psicólogo te cambia la vida», opina Rober, quien relata que pasó «una situación de su vida bastante mala y la psicóloga le ayudó a salir de ese pozo tan negro y tan oscuro». «Te ayuda a libertarte, te quita carga y te alivia».

Unicef España recuerda que se debe contar con una Política Nacional de Salud Mental de la Infancia y la Adolescencia, tal y como ha recomendado a España el Comité de los Derechos del Niño de Naciones Unidas. «Pedimos que se apruebe cuanto antes la Estrategia de Salud Mental, y que tenga muy en cuenta a la infancia», pide el presidente de esta agencia de las Naciones Unidas, Gustavo Suárez Pertierra, quien cree que «es el momento de romper el tabú que nos acompaña desde hace años y de comprometernos».

Para la psicóloga María Ángeles Espinosa es importante que «las familias sepan cómo ayudar a sus hijos a visibilizar esos problemas». Hablar con los profesores y los orientadores en los colegios es otra vía de escape para intentar solucionar los problemas que sufren esos menores.

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