Diario de León

PEDRO DUQUE

En busca de un Incibe científico

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El día que cogió, por segunda vez en su vida, la cartera que le da derecho a sentarse en la mesa de un Consejo de Ministros —esta vez junto con 22 compañeros más y el presidente Pedro Sánchez—, al ministro de Ciencia e Innovación le falló el ipad donde tenía su discurso.

Un síntoma. La investigación, el desarrollo y la innovación se mantienen estancados en el país y la inversión sigue sólo en el 1,2% del PIB, muy alejada de la media de todos los países europeos. Una inmovilización casi crónica. Especialmente económica, porque potencial no falta.

Al ministro Pedro Duque se le ha caído de su cartera, además, la otra mitad de lo que fue su ministerio: la universidad. Y a ella está ligada en este país la I+D+i. Una gran parte de la investigación española se hace en las universidades o en laboratorios, centros y organismos vinculados a ellos. Difícil lo tiene este gestor sin adscripción política que fue astronauta y que mantiene en su cuenta de Twitter esta circunstancia, en presente, por encima de la de ser ministro de Ciencia e Innovación de España.

Duque tiene el reto de sacar adelante la investigación, el desarrollo y la innovación de su letargo endémico, facilitar sobre todo la transferencia de conocimiento a las empresas —que permitiría un mayor crecimiento y el impulso de la competitividad y la productividad del país—, lograr que el presidente del Gobierno dé luz verde a un aumento de la inversión pública, fomentar la participación privada y poner en marcha un plan estratégico para la ‘repatriación’ de científicos e investigadores, aumentar los proyectos de investigación, establecer un plan para el impulso en la contratación de investigadores, impulsar la capacidad innovadora de las empresas, facilitar a todos los niveles el trabajo de los científicos y los investigadores, captar nuevo talento, dar visibilidad a las mujeres y lograr que las estudiantes se decanten por carreras Stem (ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas), potenciar nuevas áreas como la medicina personalizada, apostar por la economía azul, reforzar el Centro de Desarrollo Tecnológico Industrial para dinamizar la innovación española, atraer grandes infraestructuras científicas y tecnológicas internacionales y dar un vuelco en la concienciación social, empezando por sus propios compañeros de gabinete, de que sin ciencia no hay futuro. Tampoco, económico. Y, como él mismo citó en su discurso, impulsar la diplomacia científica.

Si Duque camina sobre el polvo de estrellas, en León lo hace sobre un desierto de inversiones públicas. La ciencia y la innovación dependen en la provincia de la iniciativa del sector privado y de la Universidad.

Talento y empuje no falta. Ni empresas que apuestan por el I+D+i. Los polos biotecnológico, biofarmacéutico, biosanitario y veterinario y el bioalimentario necesitan un fuerte impulso del Estado para consolidar su pujanza en la provincia.

Las bases están puestas. Y el reconocimiento nacional e internacional a la labor que se desarrolla en León, también. Pero sin apoyo gubernamental, nada es posible.

Los territorios se desarrollan por el impulso político, por decisiones de Estado. Vitales a la hora de que los empresarios decidan su radicación.

El gran reto de Pedro Duque, su gran compromiso con una provincia que ve peligrar no sólo su futuro, también su supervivencia, sería convertirlo en un gran eje de investigación científica e innovadora con la creación de un instituto nacional a imagen del Incibe.

Un reto más difícil que llegar a las estrellas.

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