Diario de León

Un personaje de cómic llamado Umbral

Lorenzo Montatore convierte en novela gráfica la biografía del escritor que se forjó como periodista en este periódico

León

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Lo sencillo suele ser siempre el camino más complicado. Lorenzo Montatore podría haberse ceñido a las anécdotas más conocidas de Francisco Umbral para su novela gráfica La mentira por delante (Ediciones Astiberri), pero eligió construir la vida del escritor con frases textuales del autor de El socialista sentimental. La editora Lucía Álvarez Rovira confiesa que a ese ingente trabajo con el que Montatore ha armado su novela se unió el hecho de tener que pedir los oportunos permisos para reproducir los textos, aunque destaca la «generosidad» tanto de la Fundación Umbral como de la editorial Planeta.

«Con una pizca de humor, vemos desde su pique con Pérez-Reverte a la muñeca de Tamaño natural de Berlanga, pasando por un concierto de los Ramones y por supuesto por el ‘Yo he venido a hablar de mi libro’, de la célebre anécdota televisiva», cuenta la editorial.

Montatore ha ido ‘cazando’ aquellas confesiones de Umbral que en sus múltiples apariciones en los medios, así como en algunos de sus libros, permiten conocer y comprender a la persona y al personaje.

Como decía Umbral, «a los retratos tiene uno la obligación de parecerse, y no el pintor de sacar el parecido». Por el libro editado por Astiberri desfilan la mujer del escritor, María España, así como su hijo, Pincho, muerto prematuramente y al que el escritor dedicó el desgarrador libro Mortal y rosa.

En La mentira por delante están las frases memorables de Umbral —y dijo muchas—, así como su faceta más canalla en las noches del Madrid de los 80 y 90. Lucía Astiberri considera que el libro es un homenaje a Umbral y, al mismo tiempo, una forma de atraer a nuevos lectores a este autor fundamental del siglo XX.

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                      Todas las ilustraciones de este reportaje pertenecen a la novela gráfica ‘La mentira por delante’ (Ediciones Astiberri), de Lorenzo Montatore.
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Montatore (Madrid, 1983) se ha saltado la infancia y la estancia en León de Umbral, dos de sus etapas menos conocidas. Y ello a pesar de que, como reconoce Astiberri, «en León se dio cuenta por primera vez que podía vivir de escribir».

El autor de Cela: un cadáver exquisito tuvo una relación de amor-odio con León, ciudad en la que dio sus primeros pasos profesionales, donde empezó a firmar como Francisco Umbral y de donde salió huyendo por orden del alcalde de turno. Dos décadas después de su despedida de León el periodista se vengó. Dijo que era ciudad provinciana, pacata y sin apenas inquietudes culturales. Umbral, que lo fue todo para el columnismo, falleció en 2007. Su vida y su obra estuvieron marcadas por las ausencias. La de su padre y la de su hijo, al que con cinco años una leucemia se lo llevó por delante, como reflejó el escritor en Mortal y rosa, un sobrecogedor monólogo en el que confiesa: «El hijo es un relámpago de futuro que nos deslumbra».

El autor de Mis placeres y mis días empezó a abrigarse con la inseparable bufanda que lo identificaba durante su época en Diario de León.

«Mi vinculación con León es entrañable, porque toda la familia de mi madre es leonesa. Fui a León de muy niño, en el año 40 o 41, y pasé allí un año». Así recordaba Francisco Umbral su relación familiar con una ciudad que fue también la primera escala de su fructífera trayectoria laboral. Trabajó en la emisora La Voz de León a finales de los 50, donde tuvo programas tan célebres como El piano del pobre. El 12 de enero de 1961 iniciaba en Diario de León su crónica La ciudad y los días, una aventura periodística de corto recorrido. Escribiría exactamente 21 artículos. El periódico, que había anunciado en primera página el fichaje de Umbral, con foto incluida del escritor, repetía portada 25 días después con el texto: «Francisco Umbral ha salido para Madrid. Los imperativos de la vida y la categoría de un trabajo merecido le alejan de nuestro lado». Veinte años después el autor de Las ninfas se sinceraba en una entrevista en este mismo periódico, sin miedo ya a la censura, y esclarecía cómo y quién le había ‘invitado’ a abandonar la ciudad. Umbral había participado, por enfermedad del moderador, en un cinefórum —entonces muy en boga— sobre la película Orfeo, de Jean Cocteau. «Aquella gente se puso muy furiosa porque no había entendido nada y la película no les había gustado. Les parecía que era una especie de engaño. Yo en el coloquio me irrité bastante. Dije que aquello no era un cineclub, que era un cine de pueblo; vamos, un corral. Aquel día hice un comentario en la radio diciendo lo mismo y también en Diario de León», relataba Umbral.

El autor de Spleen de Madrid confesaba que «Diario de León, seguramente por oposición al periódico de Falange, Proa, estaba muy abiertamente conmigo». El autor de Diario de un snob saboreó su venganza y la sirvió en un plato frío días antes del fallido golpe de Estado del 23- F. Una auténtica ráfaga de disparos: «En Madrid el ambiente es más acogedor, más amistoso. Existe menos la envidia que en León. Por otra parte, se encuentra uno con más medios y más alicientes».

 

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