Diario de León

La piedra habla maravillas de Boñar

La villa del Porma renueva horizontes como enclave turístico y cultural con el reto ‘12 meses 12 rutas’ y la apuesta por conjugar los recursos naturales y artísticos, el patrimonio del agua, la tradición y la gastronomía tradicional

Uno de los enclaves referentes de Boñar. FERNANDO OTERO

Uno de los enclaves referentes de Boñar. FERNANDO OTERO

León

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En el podium turístico de León está Boñar, que se deja mirar en un entorno creado a gusto del visitante y al compás de los tiempos. En Boñar fue el principio, es el presente y será el futuro. Porque el municipio, su Ayuntamiento, tiene en abecé del turismo en los retos para este territorio. Boñar es paso y es destino. En ese ámbito se ampara el reto del programa 12 meses, 12 rutas, que encuadra el entorno con los recursos, la naturaleza y el patrimonio, el arte y las fuentes, los ríos y las sendas para el caminante; los picos y las vegas. De todo esto rebosa el Porma en ese pasillo que le abre Boñar mientras se deja acariciar con el masaje de las cuatro estaciones que abren un debate sobre cual es la mejor época para pisar esta tierra de agua que se hace firme para cimentar una acuarela de color y vida, hasta cuando la helada se abraza al viento del norte que corre por detrás de Pardomino.

Fruto de ese movimiento inagotable, Boñar acaba de entregar los premios y diplomas (Galpitón de Boñar, diseñado por los alumnos del instituto Pablo Díez de Boñar) a los que ya han completado el reto de las doce rutas doce meses durante el año 2021, propuesta que seguirá para quienes no hayan podido terminarlo durante este año tan complicado y también para quien quiera animarse por primera vez.

Boñar pinta bodegones, que cobran vida en la mesa y mantel de una completa oferta de restauración de templos consolidados de la gastronomía leonesa, en los que se apalanca el comensal que busca este destino. También en estos inviernos de pasara y fonda camino a la estación de esquí de San Isidro, que se compaña mejor con esa cocina tradicional que salió de las cocinas leonesas e hizo universales los guisos, el puchero y cualquier género que convierte en herramientas sofisticada a la cuchara, y al trozo de hogaza en delicatesen después de repasar el plato. Boñar es manantial de gastronomía, lugar de encuentro en ese destino que se ha labrado durante años con el prestigio que otorga el que va y decide volver, libre y voluntario, atraído por una condiciones envidiables para el ocio y el asueto.

Luego, está el valor patrimonial del legado artístico y cultural de este entorno, con su veintena de núcleos y pueblos que hacen infinito el territorio del municipio, que adopta la forma de mirador y sala de estar, de terraza y sofá, de trasiego y descanso. Esa es la oferta turística que toma el nombre de una villa cabecera de comarca, referente por tanto de toda la repercusión que comparte con el entorno.

Boñar es conmemorativo de momentos legendario a los que se accede al vadear el río por el Puente Viejo, que acerca a un escenario de grandeza secular que no se admite narrativas, hay que verlo, hay que pisarlo y escuchar el runrún del río, del Porma paternal que ha engendrado toda la vida que alcanza la vista. A la luz del sol y al amparo de la iluminación nocturna que ha procurado el Ayuntamiento para que el puente luzca como un cometa entre el firmamento de estrellas del cielo que cubre en entorno. Por menos, se embelesó la Europa contemporánea con las estampas de los Dolomitas.

Boñar es piedra, y la piedra habla maravillas del suelo que adoquinó y por el que taconearon los cascos de las caballerías, el retorno de los carros en la feria del Pilar, en cancán de los zapatos por San Roque, la suavidad del charol en las comuniones de mayo.

Maravillas de los edificios que cimentó, de las fachadas que sostien. La piedra de Boñar tiene un corazón de León, ahí donde el maragato mete verso a la canción tradicional y el negrillón se hizo inmortal y brota cada año después de resistir al olvido.

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