Diario de León
El CRA de Villamañán recreó hace unos años el Ramo leonés de Navidad en la función navideña.

El CRA de Villamañán recreó hace unos años el Ramo leonés de Navidad en la función navideña.

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ana gaitero

rJames George Frazer registra la tradición de las enramadas en el contexto de las fiestas solsticiales de invierno del norte de Europa. Un canto a la naturaleza en el tiempo de reposo del ‘sol quieto’ que marca el nuevo ciclo de los seres vivos con el crecimiento de los días sobre las noches. Es el origen de los majestuosos árboles de Navidad que en España se importaron de las culturas norteñas cuando los complejos de país subdesarrollado y la falta de estima por la cultura propia hicieron borrar muchas tradiciones propias.

«De origen muy antiguo, es posible que la enramada se remonte a los ritos prerromanos que pretendían atraer hacia el hogar a los espíritus protectores y fertilizantes que moraban en la vegetación», por lo que en muchos lugares, explica el divulgador y escritor David Gustavo López, se celebraba en el equinoccio de privamera.

Con la cristianización y el auge del Reino de León esta tradición se lleva al entorno religioso cristiano y queda plasmada en numerosas fiestas populares.

Al musicólogo Miguel Manzano y a la etnógrafa Concha Casado se debe la conexión entre pasado y presente del Ramo leonés. En los años 80 del siglo XX Manzano siguió el rastro de la oralidad popular y rescató las letras y la música que aún recordaban las mujeres más ancianas en los pueblos de la provincia. El Centro de Formación del Profesorado y el entusiasmo de su asesora de Ciencias Sociales de entonces, Carmen Fernández Marcos, fueron los artífices de la recuperación del ramo en toda su extensión: adorno y cántico con ofrendas.

La estructura de madera salió de los almacenes de la Diputación provincial. Y hoy relumbra en el Museo de los Pueblos Leoneses de Mansilla de las Mulas. Y hasta en iglesias, como la de San Miguel de Fresno de la Vega.

El Ramo de Nadal ha llegado a los tiempos del covid como santo y seña de la Navidad leonesa. «Cuando yo recogía, de pueblo en pueblo, por los años de 1980, el cancionero leonés, junto con Ángel Barja, que no pudo más que comenzar», «el canto del Ramo de Navidad era uno de los más arraigados en la tradición popular leonesa», apuntaba Manzano.

Las mujeres que lo cantaron de mozas fueron las viejas memorias que salvaron letras y ritos de esta singular representación navideña. La valoración de esta tradición animó a muchos pueblos y asociaciones culturales a rescatar su tradición. Y los ramos empezaron a salir de las arcas de la memoria, igual que los pendones de las sacristías o las casas concejiles. Raigañu ofrece en su web detalles sobre la tradición. Hoy no falta el Ramo de Nadal en ninguna institución ni en la mayoría de las casas. Pero ya se canta poco, por culpa de la pandemia y de la comodidad de los tiempos.

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