Diario de León

Relatos de literatura erótica premiados

l El sello Rayo Verde, publican el libro ‘Follar normal’ y otras once historias

hugo barcia

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efe

El pasado mes de enero se dio a conocer que Follar normal se había impuesto a los más de 300 originales que concurrían al premio, convocado por ForaDeNorma y la editorial Raig Verd, dotado con 1.000 euros. Al cabo de tres meses, este relato, junto con otros once, forma parte de un libro, traducido al castellano por Ruben Giró, en el que, según los convocantes de la distinción, «rehuimos de los estereotipos y rechazamos el discurso único e indiscutible de cómo y para quién debe ser el placer, el sexo y el erotismo».

Los relatos agrupados ahora son de «literatura erótica fuera de norma, pero normal, en una recopilación que responde a la diversidad de la sexualidad y del erotismo de la sociedad». Además de la pieza de Alba Serrano, hay otras de Bel Olid; Francesc Ferrer Busquets; Laura Sala Belda; Manelic; Montserrat González Cardús; Lluís Planellas Giné; Maria Izquierdo Burguès; Òscar Arenas Larios; Gala Rodríguez; Gemma Nafria Riera y Laura Tomàs Mora.

Estos textos se complementan con un prólogo de Joan López Rovira y un epílogo de la directora de ForaDeNorma, Sílvia Catalán. Estas doce piezas literarias tratan temas como el consentimiento, el onanismo, el intercambio de parejas, la ambigüedad de género, la libertad individual, la exploración, el consentimiento, la aventura o el redescubrimiento de tu pareja de toda la vida.

El relato de Alba Serrano Giménez aborda el consentimiento en las relaciones sexuales y explica la historia de una mujer que, «harta de relaciones insatisfactorias, decide hacer sexo con un hombre que acaba de conocer», poniéndole como condición que «nada se dé por supuesto en la relación y que los dos pregunten al otro sobre aquello que les gusta y lo que no, y sobre qué quieren hacer».

Serrano, de 35 años y periodista de formación, ha explicado que la idea de escribir el relato nació tras ver la serie «Madres trabajadoras», en Netflix, en uno de cuyos capítulos se «menospreciaba la cultura del consentimiento». Con la narración, «lo que quise fue hacer justo lo contrario: demostrar que el consentimiento no solo no corta el rollo, sino que puede ser erótico y de un gran potencial, porque cuando hay consentimiento son las dos personas las que se lo pasan bien». También quiso pasarse «un poco por el forro las pequeñas normas absurdas que yo a lo largo de mi vida, o por lo que conozco a partir de mis amistades en las conversaciones que tenemos, hemos mantenido. Se dice, por ejemplo, que no es sexy estar desnudo solo con los calcetines puestos, pero es mejor no tener frío en los pies que tenerlo».

Por otra parte, aborda la cuestión de las prácticas «sexuales estandarizadas y normalizadas, cuando muchos estudios señalan que solo un 18 % de las mujeres pueden llegar al orgasmo a través de la penetración». Es por ello que defiende que «hay que hacer sexo fuera de norma porque, en ocasiones, las normas no tienen mucho sentido, porque no están pensadas para el placer de la mujer».

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