Diario de León

Réquiem por el último preso de San Marcos

Josep Sala falleció ayer en Barcelona a los 102 años, cuando se cumplían cinco meses de su regreso a León, al homenaje de Paradores a las víctimas del campo de concentración franquista

Josep Sala en la sala capitular de San Marcos el pasado 8 de junio. RAMIRO

Josep Sala en la sala capitular de San Marcos el pasado 8 de junio. RAMIRO

León

Creado:

Actualizado:

Josep Sala, el último superviviente del campo de concentración de San Marcos, falleció ayer en Barcelona a los 102 años. El mismo día que se cumplían cinco meses del homenaje que recibió en León, en el acto que Paradores tributó a las víctimas de la represión franquista, el corazón del centenario se paró. Su recuerdo perdurará en la memoria familiar y como parte de la memoria histórica que su testimonio ayudó a reconstruir y transmitir a otras generaciones.

Josep Sala entró casi niño en la prisión de San Marcos. Tenía tan solo 19 años cuando llegó a León en un tren cargado de prisioneros de guerra en enero de 1939, procedentes de Cataluña. Llegó «en una peste de vagón de carne humana defecando y orinando» y, tras un breve paso por el campo anejo de Santa Ana, le encaminaron con una cuerda de presos hasta San Marcos. La capilla fue su destino. A los pies del altar durmió durante cuatro meses con la misma ropa puesta noche y día.

Comía en una lata y soportó estoicamente los sermones de un cura que lo primero que les dijo fue: «Sois prisioneros de guerra y como tales no tenéis derecho al aire que respiráis», contó Sala en una entrevista a Diario de León. «Es muy dura la cárcel y aquello era peor porque tenías anulada la personalidad. No eras nada, menos que una gallina en un gallinero. Sabías que existías por el número de sala», relató.

Sala expresó con rotundidad su deseo de volver a León si se ponía una placa. Su deseo se cumplió el pasado 8 de junio. En la sala capitular, que sigue cerrada al público no hospedado, se inauguró la cartela que recuerda que San Marcos fue un campo de concentración. Y su voz fue el eco de las víctimas: «Es un recuerdo a los que conmigo pasaron muchas calamidades en este campo, un colofón a lo que pasamos aquí que fue sangre sudor y lágrimas», señaló.

El último superviviente de San Marcos pidió cordura a la clase política y a la sociedad para preservar la memoria sin odio, cerró un círculo de paz con su vida como prisionero. Aquella noche había dormido en el nuevo hostal como ciudadano libre y feliz y brindó por León con cava, como a él le gustaba celebrar la vida.

tracking