sabor de bodega

Marcos no es sólo una cueva. Marcos esconde en la sima excavada en la tierra un restaurante y una bodega: la esencia de un territorio como Valdevimbre que ha convertido en blasón la herencia de sus antepasados. Sin variare la estructura original, la receta de la familia insiste en la tradición de la cocina leonesa para conceder a la selección de la mejor materia prima, en especial las carnes rojas, un altar en el que degustarla.

La ganadería propia, de la que salen los mejores ejemplares para la degustación de los clientes, aporta la garantía a la cadena de esmerada producción que llega al plato de los clientes. La Cueva Marcos cuenta con horno de leña y parrilla. La carta abre un abanico de opciones en la que los comensales pueden empezar por los embutidos de la tierra, los productos de la huerta, las empanadas, las tortillas, la morcilla, los callos o las mollejas, antes de entregarse a la amplia selección de carnes rojas, el conejo, el cerdo, el cochinillo, los langostinos a la plancha, la trucha e, incluso, las pizzas. Aunque siempre se debe dejar un huequín para asentar el trasiego con un postre casero. Toda un amplio muestrario que también se ofrece en forma de menús cerrados para grupos desde 20 hasta 40 euros y que se puede regar con la oferta de la detallada bodega, en la que sobresalen los caldos de Prieto Picudo y Albarín de la zona.

Pese a su concepción bajo tierra, el establecimiento dispone un aforo de 287 personas. La distribución, con estancias separadas y diferentes, permite a los clientes contar con espacios diferenciados en los que dar mesa para dos personas o sentar a 120 para una celebración. En una época marcada por las cautelas sanitarias, la Cueva de Marcos cuenta con la opción de disponer de comedores independientes en los que se garantiza no sólo la discreción, sino la distancia para disfrutar de la buena mesa.