Diario de León

SALIR DEL ARMARIO

Son las nuevas costuras del Museo del Traje. Su nueva exposición permanente muestra joyas de moda que hasta ahora no habían salido de los armarios que los guardan. Entre ellos, los míticos diseños de Balenciaga

JUAN HERRERO

JUAN HERRERO

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León

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El mejor museo de moda del mundo. Así describió el maestro Hubert de Givenchy el Museo del Traje. Tal fue su flechazo al visitarlo por primera vez que el diseñador donó muchas piezas de su mentor, Cristóbal Balenciaga, y convenció también a sus clientas, que también lo fueron del modista de Guetaria, para que se convirtiesen en donantes. Ahora, ese lugar que embelesó a uno de los mejores diseñadores de la historia, ha reabierto sus puertas tras más de año y medio de reformas.

Un cierre que ha permitido hacer un cambio en la exposición permanente. Se ha repensado el discurso expositivo y se ha ideado un recorrido en el que pueden verse más de mil piezas —solo un 1 % de la colección que alberga el museo—, de las que más de la mitad se exhiben por primera vez.

La nueva exposición incluye piezas del variado fondo textil desde el siglo XVII hasta la actualidad. Cotillas, jubones y miriñaques o un vestido delphos de Mariano Fortuny dialogan con piezas contemporáneas como el chándal de Jeremy Scott inspirado en un traje de luces o estilismos de David Delfín, contextualizados con bienes etnológicos y documentales que ayudan a entender que las modas trascienden el ámbito de la indumentaria.

La reforma también ha dotado al museo de nuevos espacios adaptados a la conservación de las más de 180.000 piezas que custodia, entre las que destaca su imponente colección de vestuario. Todas esas piezas realizan un meticuloso recorrido para su óptimo mantenimiento.

Lo primero, tal y como explica la directora del museo, Helena López de Hierro, es otorgarle un número, «que es como su DNI, porque va a acompañar a la prenda para siempre». Después se cataloga, datando la pieza y describiendo, entre otras cosas, las materias de las que está hecha y las técnicas utilizadas para su confección. En ese momento el departamento de conservación analiza la pieza y decide si será expuesta o no.

En caso de que se almacene se realiza una funda especial con una ventana que permite ver el tejido sin tener que manipular la pieza, con una fotografía de identificación adherida, y se decide si tiene que estar en plano o colgada, «durmiendo o reposando, porque nosotros hablamos de ellas como si fueran personas», explica López de Hierro.

LAS CAJAS FUERTE. En los armarios compactos se guardan las piezas más delicadas para que estén protegidas del polvo y la luz, el principal enemigo de los tejidos Si se decide exponer la pieza se hace un maniquí a medida de cada una de las prendas, lo que distingue a este museo de otros El maniquí se tiñe para que sea lo más invisible posible de cara al público OTRO TITULÍN. La prenda o complemento se restaura teniendo en cuenta que siempre tienen que ser reversibles. Después se microaspira y se humecta para que las fibras estén más relajadas si han perdido humedad para quitar las arrugas

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