Diario de León

«Salud humana, sanidad animal y ecosistemas están interrelacionados; si lo olvidamos, fracasaremos»

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ana gaitero

LEÓN

Ana Carvajal Urueña, catedrática de Sanidad Animal en la ULE, es la responsable del Laboratorio Covid de la Universidad de León. Desde las primeras semanas de la pandemia, en el silencio del confinamiento, ha coordinado un equipo para hacer pruebas PCR de covid-19 en la Facultad de Veterinaria, una técnica muy conocida y usada en su especialidad que la pandemia ha puesto en primer plano. El laboratorio Covid colabora con el Instituto de Biomedicina del CSIC en Valencia en la secuenciación del ARN extraído en muestras positivas del área de salud de León para detectar las variantes predominantes en cada ola de la pandemia. Ha querido salir con su equipo Covid en esta entrevista en la que habla de covid y la repercusión de la sanidad animal para la salud humana.

—Hacer PCR en la Facultad de Veterinaria es algo corriente en sanidad animal. ¿Qué ha supuesto para usted y su equipo participar en la realización de pruebas PCR durante la pandemia?

—Como bien indicas, el diagnóstico por PCR es una rutina en el trabajo con enfermedades infecciosas animales, tanto para animales de renta como para pequeños animales. Para todos nosotros, participar en la realización de pruebas PCR durante la pandemia fue motivo de gran satisfacción personal. En un momento tan complicado como aquel, que nunca habíamos vivido anteriormente, es muy motivador el poder ayudar. Además, en general, para los que trabajamos en ciencia, siempre supone una gran alegría comprobar que nuestros conocimientos o nuestra experiencia tienen una utilidad práctica

—¿Cómo se involucraron en esta actividad?

—Desde los primeros días del confinamiento en el mes de marzo existieron iniciativas en la Universidad, tanto a nivel nacional como a nivel local, con el objetivo de poner a disposición de las autoridades sanitarias la experiencia, el equipamiento, las instalaciones o el material disponible que pudiera ser de utilidad para la gestión de la pandemia. Además, en nuestro caso concreto, existió un contacto muy directo entre la Universidad de León y la gerencia de atención primaria, canalizado principalmente a través del delegado del Rector para la covid-19 y cLaatedrático de Salud Pública, Vicente Martín, que favoreció que nuestro grupo se pudiera incorporar a la realización de test de PCR desde los primeros momentos. Esto permitió que nuestro laboratorio estuviera entre las primeras instituciones autorizadas por el Instituto de Salud Carlos III para apoyar los diagnósticos de covid-19 a nivel nacional.

—¿Cuántas PCR han hecho desde la primera ola? ¿Siguen colaborando con las pruebas?

—Pues ahora mismo superamos los 16.000 diagnósticos realizados. Los primeros 5.000 se realizaron en la primera ola, entre los meses de abril y julio del 2020 y en ese caso se llevaron a cabo con un grupo de 12 voluntarios. A finales de septiembre, con el inicio de la segunda ola, se incorporó un nuevo equipo de cinco personas, contratadas con este fin, y son ellos los que han continuado realizando los diagnósticos en la segunda y la tercera ola. El trabajo de ambos equipos ha sido excepcional y nuestro propósito es seguir colaborando mientras que este apoyo sea solicitado por parte de las autoridades sanitarias.

—La colaboración de la ULE con el Instituto de Biomedicina de Valencia (CSIC) ha podido identificar las variantes del virus circulantes en León en determinadas fechas, como la presencia dominante de la británica a finales de enero. ¿Cómo se conservan las muestras que se envían?

—Tenemos la fortuna de colaborar en el proyecto de secuenciación de aislados de covid-19 coordinado por el grupo del Dr. Iñaki Comas, investigador del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) en el Instituto de Biomedicina de Valencia (IBV-CSIC). Para ello, empleamos el ARN viral extraído de las muestras recogidas de pacientes, de casos sospechosos o de contactos. Esta extracción del ARN viral es el primer paso en el proceso del diagnóstico por PCR. Una vez completado el diagnóstico, el ARN se conserva a -80ºC en las instalaciones del Instituto Indegsal donde se ubica el Laboratorio Covid de la Universidad de León. Tanto en la primera como en la segunda y también en la tercera ola, hemos enviado muestras de ARN viral para su secuenciación con el fin de conocer las variantes del virus que están circulando.

—¿Valoramos más la importancia de la sanidad animal en la salud humana a raíz de esta pandemia?

—Los veterinarios somos plenamente conscientes de la gran importancia de la salud animal en la salud humana. Tanto es así que el lema de las Facultades de Veterinaria es ‘Hygia pecoris, salus populi’, es decir, “La higiene del ganado, la salud del pueblo”. El componente de la medicina preventiva en la profesión veterinaria es muy importante y nuestro enfoque es siempre integrador, moviéndonos en el ámbito de “One Health” o “Una sola salud”. La salud humana y la sanidad animal están interrelacionadas y vinculadas a los ecosistemas en los cuales coexisten los hombres y los animales. Si olvidamos ese concepto, fracasaremos una y mil veces en el control de las enfermedades de etiología infecciosa. En mi opinión, los veterinarios, somos profesionales particularmente preparados para proyectar esta visión integradora.

—¿Se ha aprovechado el potencial veterinario de una provincia como León para la lucha contra el covid-19?

—Siempre es posible explotar mucho más el potencial de los veterinarios como profesionales sanitarios particularmente preparados para la medicina preventiva. A pesar de ello, debo decir que, en la provincia de León, tanto nosotros desde la Facultad de Veterinaria como el Laboratorio Regional de Sanidad Animal, hemos colaborado con las autoridades sanitarias desde los primeros momentos.

—Una de las facetas de la sanidad animal es garantizar la salud en las grandes explotaciones ganaderas y de alguna manera garantizar el consumo de carne a la población en condiciones de seguridad. ¿La pandemia ha dado alguna alerta sobre este tipo de explotaciones a gran escala por sus repercusiones en el medio ambiente?

—Como veterinarios cumplimos la labor de garantizar la salud de los animales, pero también su bienestar y, al mismo tiempo, debemos asegurar la seguridad de los alimentos de origen animal destinados al consumo humano. Además, también es nuestro objetivo que las explotaciones ganaderas sean viables desde el punto de vista económico y, en la medida de lo posible, sostenibles y con el menor impacto posible en el medio ambiente. Conjugar todos estos factores conlleva un ejercicio continuo de equilibrio que no siempre es fácil. Así, en ocasiones, lo que puede ser bueno desde un punto de vista del bienestar animal puede chocar frontalmente con la sanidad o la seguridad alimentaria. En este sentido, es importante huir de posturas preformadas. Ni una explotación a gran escala es sinónimo de gran impacto ambiental ni una explotación de pequeño tamaño equivale siempre a una producción más sostenible.

—Las enfermedades causadas por microorganismos y las bacterias superresistentes son su especialidad ¿En qué líneas de investigación trabaja en la actualidad?

—La línea de investigación principal de nuestro grupo es el estudio de enfermedades entéricas en el ganado porcino. Estas enfermedades causan pérdidas económicas, comprometen el bienestar animal y, en ocasiones, requieren del uso de antibióticos para su control. En la actualidad, el sector porcino está realizando un importante esfuerzo para limitar el uso de antibióticos y desde nuestro grupo de investigación participamos en la búsqueda de nuevas herramientas para el control de las enfermedades infecciosas.

—Han utilizado productos naturales como miel o extractos de orégano y naranja para el tratamiento de enfermedades en animales. ¿Son una alternativa a los antibióticos y el problema que causan de resistencias?

—Hemos explorado las posibilidades de numerosos productos como alternativas a los antibióticos. En muchos casos sus propiedades antibacterianas o incluso antivirales son sorprendentes, siendo capaces de inhibir la multiplicación de bacterias superresistentes. Todos los avances que permitan mejorar la salud y el bienestar de los animales son bienvenidos y estos productos naturales, combinados con nuevas estrategias de vacunación, mejoras en las condiciones de las granjas y en el manejo de los animales forman parte del futuro más inmediato de la veterinaria y de la producción animal.

—¿Qué enfermedades de los animales han sido claves en la prevención de la salud humana?

—Yo diría que prácticamente todas. Las enfermedades zoonóticas son aquellas compartidas por el hombre y los animales y, en ese caso, la prevención de la enfermedad en el hospedador animal es requisito fundamental. Pero también en el caso de las enfermedades específicas de los animales y que no son compartidas con el hombre, la mejora de la salud animal repercute en la salud humana al permitir optimizar la producción de alimentos.

—¿Ha cambiado la pandemia los proyectos que tenía en marcha? ¿Cómo les ha afectado?

—Hemos tenido que adaptar los proyectos en marcha a la situación generada por la pandemia. Ha habido retrasos o determinadas intervenciones se han visto afectadas por las limitaciones a la movilidad o al contacto entre profesionales. Pero hechos estos cambios, nuestros proyectos continúan avanzando, como no puede ser de otra forma.

—En una sociedad cada vez más concienciada con el buen trato a los animales. ¿Qué implicaciones tiene para su trabajo este principio?

—Como he mencionado anteriormente, la salud y el bienestar animal van de la mano y siempre están presentes en nuestro trabajo. Son el objetivo final de todas nuestras investigaciones.

—La juventud está cambiando los hábitos alimentarios y aparentemente se consume menos carne o se va a tender a ello. ¿Afecta esto a la profesión veterinaria de alguna manera?

—Esa evolución es evidente y nosotros también la observamos en nuestros propios estudiantes de veterinaria. Sin embargo, creo que son cambios muy paulatinos y que nos podemos adaptar con facilidad a ellos. Hace años era impensable que casi el 50 % de los estudiantes de veterinaria pudieran dedicarse a pequeños animales y esto es una realidad en la actualidad.

—¿Cómo ve al alumnado de esta época en relación a la suya? ¿Cuáles son sus preocupaciones?

—Es una pregunta difícil de contestar. La perspectiva de estudiante y profesor es muy diferente. Si tengo que buscar una diferencia principal diría que ahora los alumnos disponen de gran cantidad de información y de recursos, algo impensable en mi época de estudiante. Mientras que nuestros esfuerzos debían centrarse en buscar esa información, ahora es casi más un ejercicio de discriminar entre la gran cantidad de información disponible para descubrir lo que es más importante.

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