Diario de León

LOS SECRETOS DE LOS EFECTOS VISUALES

El berciano Adrián Castro Viejo conoce bien las distintas técnicas de imagen digital que se utilizan en las películas de Hollywood como ‘El Rey León’ o ‘Star Wars: The Last Jedi’. Aquí cuenta algunos detalles

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Como tantos otros integrantes de la particular diáspora berciana, Adrián Castro Viejo vuelve a casa a pasar las Navidades con los suyos y abandona, durante unos días, su exilio profesional en tierras británicas, donde está afincado desde el año 2016. En estos tres años en Londres, su labor como profesional de los efectos visuales le ha abierto las puertas a colaborar en proyectos como Wonder Woman, la nueva versión de El Rey León o uno de los últimos títulos de la saga Star Wars. Ha aprovechado su estancia en Ponferrada para impartir una charla en la que trató de «desmitificar» un sector cuyos entresijos y secretos son grandes desconocidos para el público en general y fuente de curiosidad para cinéfilos y amantes de las grandes producciones.

En su charla del pasado jueves, el artista de la imagen digital repasó la historia de este campo profesional. «Es una profesión bastante reciente», reconoce el berciano, que recuerda que el nacimiento de este tipo de técnicas digitales se sitúa a finales de la década de los 70, aunque el verdadero ‘boom’ se da a finales de los 90 y con la entrada del nuevo siglo. En la actualidad, la empresa en la que él trabaja tiene a cerca de un millar de empleados en plantilla, lo que prueba que el sector vive un momento dorado. «Hay gente de todo tipo», asegura.

Además de las ya mencionadas, en su ‘reel’ —la muestra de trabajo en vídeo que acompaña a estos profesionales como carta de presentación personal— figuran títulos de gran alcance, como Maléfica, o Jason Bourne, así como colaboraciones en uno de los capítulos de la aclamada serie Juego de Tronos o en la adaptación al cine del popular videojuego Assasin’s Creed. «Algunos de los más llamativos fueron trabajos muy técnicos, que me resultaron menos satisfactorios a nivel personal», reconoce Adrián, que asegura que el proyecto en el que trabaja actualmente, animando unos vehículos submarinos para una película que prevé estrenarse el próximo año, es uno de los más interesantes en los que ha trabajado.

Al repasar su trayectoria, la historia recuerda a la de muchos otros jóvenes integrantes de una generación que ha tenido que viajar para poder encontrar en su lugar de destino un futuro profesional que su entorno parecía negarle. «En España me costó unos años encontrar mi primer trabajo y en 2016 decidí irme a Londres a probar suerte y allí, a nivel profesional, toda me ha ido mucho mejor», recuerda Adrián. Su flechazo con el mundo de los efectos digitales había tenido lugar unos años antes, en 2010, cuando participó en un curso en Madrid sobre imagen en tres dimensiones (3D). Antes, había estudiado Sonido en Asturias y había trabajado en radio y televisión, lo que le permitió conocer el universo profesional de la imagen en movimiento.

Respecto al día a día de su trabajo, Adrián trata de romper los estereotipos que el público puede tener sobre una profesión cuyo trabajo se expone a la vista de un gran número de personas alrededor del mundo. «Mucha gente piensa que trabajas con el director y los actores, pero es un poco como trabajar tus ochos horas en una oficina», explica. Su actual empresa es una de las que trabajan para las grandes productoras de cine en un proceso que, reconoce, «es complicado». «Hay compañeros de otros departamentos en mi misma empresa que no saben exactamente en qué trabajamos la gente de otros departamentos», admite.

En una jornada de trabajo normal, el departamento de producción es el encargado de organizar las diferentes tareas tanto por planos como por especialidad, bajo la supervisión de una persona que está en contacto directo con el director y que aporta, desde la empresa, todas las decisiones creativas para satisfacer las necesidades de la película. El departamento de Adrián es el de Layout, «un trabajo muy relacionado con las cámaras», ya que una parte de sus tareas consisten en replicar en tres dimensiones los movimientos y aspectos técnicos de la cámara real para poder añadir los efectos digitales sobre las imágenes ya rodadas. Además, su departamento también se encarga de animar la cámara libremente, como lo hace un operador en la vida real, en los planos en los que no se ha rodado nada y toda la imagen se genera a través de este tipo de técnicas.

Después de su intervención, el trabajo «continúa por la tubería hacia los demás departamentos», explica el berciano, en una cadena que incluye eslabones como la iluminación, la animación o los efectos. «El trabajo mola, pero también es complicado», resume Adrián, que lamenta que las estrictas fechas de entrega que figuran en los contratos obligan en ocasiones a trabajar muchas horas extra o a no poder disfrutar de fines de semana. «A veces la película se estrena semanas después y hay contratos con multas millonarias si no se entrega a tiempo, que condenan a cualquiera de estas empresas a la quiebra», explica.

En ese sentido, asegura que la reivindicación por unas mejores condiciones laborales en el sector es una de las tareas pendientes, aunque reconoce que «es complicado porque todo está globalizado y cuesta mucho organizar cualquier acción de protesta». Al respecto, parte de la charla que impartirá en su ciudad de origen tratara sobre cómo se trabaja en estas empresas y sobre cómo llegar a trabajar en este ámbito laboral.

«Quiero que sea para todo el mundo, no es una charla específica para alguien que se dedique a esto», resume Adrián, que pone especial énfasis en diferenciar los efectos especiales, que tienen lugar durante el rodaje, de los efectos visuales, que se añaden en la fase de posproducción. «Muchas veces para el público en general, este sector es una cosa desconocida, más allá de los ‘making-of’ o los documentales sobre cine. La gente conoce habitualmente los fondos verdes o azules que se usan, pero hay procesos que no son tan complejos, que se pueden hacer casi en casa», explica.

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