Diario de León

Señorío de Nava, pasión por el trabajo bien hecho

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La compañía Señorío de Nava nace en 1986 cuando varias familias bodegueras leonesas deciden comprar la famosa cooperativa de San Antolín —fundada en 1956 en Nava de Roa— al llegar a un acuerdo con los más de cien viticultores propietarios de diferentes parcelas en la zona. Por su parte, la Denominación de Origen Ribera del Duero se constituyó definitivamente en 1982 y Señorío de Nava fue la bodega número veinte en inscribirse en una DO que hoy en día está compuesta por más de 300 bodegas y es todo un referente nacional.

La familia Vázquez Muñoz-Calero compra la bodega en los inicios de los años 2000 por iniciativa de Antonio Vázquez, quien fallece en 2011 de cáncer de pulmón tras cinco largos años de enfermedad. Es entonces cuando su hijo Antonio toma el relevo de la bodega y, sin ser ningún experto en vinos, comenzó a viajar, a formarse y a interesarse por este apasionante mundo. Convencido del respeto por la tierra y la naturaleza, Antonio Vázquez decide impulsar los valores que deben distinguir el futuro de la bodega, apoyado de manera incondicional por toda su familia: esfuerzo, dedicación, honestidad, paciencia y rigor.

Más de cuatro décadas

Señorío de Nava posee una finca propia de 140 hectáreas de viñedo de una media de edad de 40 años —compuesta al 95% de uva tempranillo—. Sus suelos, aparentemente pobres a primera vista, están compuestos de una mezcla de arcilla, arena, grava y caliza con una altura mínima de 840 metros y una máxima de algo más de 900 metros. La finca está sometida a un clima muy severo con temperaturas que pueden sobrepasar los 35 grados en verano y bajar de 5 grados bajo cero en invierno. Las heladas no son infrecuentes por lo que las cosechas pueden peligrar algunos años.

En 2003, Señorío de Nava adquiere una pequeña bodega construida en 1910 en la localidad de Nava del Rey y se adentra por primera vez en la DO Rueda, en la que se inscribe en el año 2003 y comienza a desarrollar un nuevo proyecto, apostando por la uva verdejo, que hoy día está completamente consolidado.

Los principios de la bodega no son otros que el valor del tiempo y la pasión por el trabajo bien hecho. Todo con el único objetivo de mejorar cada año las cosechas y apostar por la autenticidad y la excelencia.

Señorío de Nava quiere recuperar sus orígenes. Desde 2016 ha rehabilitado los depósitos de hormigón que datan de la fundación de la bodega, a mediados de los años 50, fermentando así sus vinos en dichos depósitos —siguiendo los métodos de elaboración de los fundadores— tras una primera vendimia manual en la que selecciona los mejores racimos del viñedo. Un gran vino es un cúmulo de decisiones extraordinarias.

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