Diario de León
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León

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alfonso garcía

En la Hiroshima de 1945 dos jóvenes amigos, Masuji e Ichiro, juegan en las calles que pronto se verán destruidas por la caída de la bomba atómica. «Allí no quedaba nada, solo escombro, ceniza y muerte». Dibujado de forma breve e intensa el contexto que pondrá en valor el desarrollo de esta muy atractiva novela, el autor nos sitúa en la misma ciudad japonesa pero ya en los tiempos actuales. Y en el escenario, además de otros que se engranan en la trama, tres personajes fundamentales: Sakura, una adolescente que nació con una deformación en una de sus manos y es por ello objeto de burla de sus compañeros de clase, amante del manga, tiene dificultades de relación con su familia, especialmente con su padre.

El pequeño Tetsuo, que vive con sus abuelos, «tan vulnerable e inocente», evita la dramática decisión que Sakura había tomado. Precisamente en el huerto del viejo Utada, «el lugar perfecto para hacer lo que está decidida a hacer».

Sakura y Tetsuo —no quiere este que su padre sea un héroe— tienen su pequeño drama cada uno, tan distinto; se confían sus secretos, sus temores y sus esperanzas.

En reralidad el señor Utada no era otro que Ichiro, que había sobrevivido al «horror radioactivo» y que guarda un gran secreto, que no desvelamos porque forma parte del encanto de la trama que ha de descubrir el lector.

Se trata de una interesante novela que se desarrolla en escenarios poco habituales entre nuestros códigos narrativos para jóvenes, lo que supone un atractivo más, con buenos diálogos y prosa precisa que agiliza y embellece el relato, preciosista en algunos momentos, intensificando un tono misterioso que atrapa al lector.

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