Diario de León
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León

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Llegar a Nepal es un placer, siempre lo ha sido para mí. Esta época es especial. La primavera se manifiesta en todo su esplendor. Miles de flores por toda partes y, sobre todo, se respira un agradable ambiente. La gente es amable y hospitalaria. Yo me encuentro como en casa, aunque es verdad que están pasando por momentos turbios políticamente hablando.

Katmandú es una ciudad mágica llena de colorido. Las mujeres se visten con saris de colores, la música hace acto de presencia en cualquier esquina y el olfato es el sentido que más se estimula. Olores por todas partes: fragancia de fl ores, especias, comidas (los nepalís comen en la calle, en pequeños puestos). A la hora de tramitar los papeles, me hacen un montón de preguntas absurdas. Pero, lo más curioso es que en la oficina de turismo, trekking y expediciones nadie me hacía caso; era una pequeña hormiga en comparación con las grandes expediciones de otros países o las comerciales que para siete miembros llevan 20 porteadores de altura, 100 porteadores al campo base o pesados equipos para asegurar cima utilizando oxígeno desde los 6.000 metros.

Nada comparable a mi reducido equipo y sólo dos sherpas para ayudarme en todo. Comparto el permiso de escalada, pues es obligatorio para un mínimo de siete personas, con cuatro mallorquines, el mexicano Carlos Pauner y su un amigo suyo.

Pauner está en la carrera de los 14 ocho miles y lleva seis.

También ha llegado la expedición de Al filo de lo imposible de TVE. También está la expedición de Carlos Soria, aunque él no escalará pues está lesionado; pero sí intentará la cima de nuevo Tente Lagunilla el fuerte escalador palentino.

Hoy, si todo va bien, viajo en avioneta para Lukla. Desde allí, seguiré a pie hasta el Everest.

Estoy muy animado y con muchas ganas, tengo muy buenas sensaciones, como dicen los ciclistas. / JESÚS CALLEJA

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