Diario de León
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josé enrique martínez

Nimiedades es el primer poemario de María Paz Otero (Madrid, 1995). Más de una vez he manifestado el encanto de entrar en un campo sin roturar en el que una voz nueva nos atraiga y conmueva. El título resulta poco ambicioso, pero la poeta alegará que «las nimiedades no son en absoluto sinónimo de insignificancia». Nimiedades se titula también un poema en el que aboga, lejos de los remilgos adolescentes, por «verte dudar junto al estante de los yogures, / mirarte hervir la patatas...», es decir lo Doméstico, que es el título de otra pieza, al igual que Días vulgares, lo es de la segunda serie de poemas. En las tres series de que consta el poemario, el asunto básico es el amor experimentado en el pasado (primera parte), vivido en el presente (segunda) y atisbado en el futuro (tercera).

En todos los casos la referencia es un tú al que la poeta orienta los afectos, un tú sin posibilidad de réplica; no son los poemas un coloquio, por lo tanto, sino más bien soliloquios líricos; a ese tú alude la poeta, a su cuerpo, su vientres, sus muslos, su piel... No es un tú presente, sino acaso ideado o iluminado por el recuerdo y recreado en momentos más o menos gratos que abocaron al desengaño y a la separación, como sugiere esa foto última que «está ya torcida y ya nada entonces era como antes».

Hemos podido percibir en esta primera parte el carácter de todo el poemario: expresión sencilla y natural, con imágenes frescas como «tus pechos que ese verano temblaban / como flanes de huevo con la risa». La parte segunda se instala en parte en lo doméstico, como ya apuntamos; lo revelan títulos como El patio interior, en el que la poeta observa con ternura las labores hogareñas de la madre. En otros poemas, en cambio, es el amor crudo el que aparece: «Aproximas tu zarpa o hincas con cuidado / un colmillo en la ingle»; el amor de mujer a mujer alcanza un sentido universal en el poema 8 de marzo: «importaba más el tiempo, quizás la política, todas / las mujeres que aquel año asesinaron...». La conciencia del tiempo se expresa en la parte tercera. La poeta es joven, pero algo menos cada año. Alude a seres familiares, el abuelo, la abuela..., y los poemas resultan pensativos, y no solo referentes al amor, sino también a la vida y a las huellas de la edad; son también más serenos y melancólicos, hasta abocar, con «el amor que agoniza» al tren de estación en estación hasta «el imponente templo del futuro».

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