Diario de León
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La décimo tercera etapa del Camino llega a un municipio cargado de historia. Para empezar, y tras dejar a un lado su creciente polígono, el peregrino se adentra en la denominada Tierra de la Matanza, la planicie donde hace más de 900 años, en 1111, se produjo «la famosa batalla entre las tropas de doña Urraca y Alfonso el Batallador, cuya representación recreamos el segundo domingo de agosto», según explica el alcalde, Alejandro Barrera. El covid cercenó esa escenificación el año pasado, pero éste se recupera, aunque de forma más acotada. El regidor destaca que Villadangos, «pese a no haber conservado un amplio patrimonio físico, sí tiene una historia en León y para toda España.

En esta etapa soleada y larga destaca el Cruceiro a la entrada del pueblo. Es una pieza moderna que incluye los escudos de León y Villadangos y que dirige los pasos hacia la calle Real y al templo parroquial en honor a Santiago. Curiosamente la iglesia del santo se encuentra en una zona baja y no alta como es tradición y posee varias singularidades. «La puerta de entrada está tallada y policromada, representa la batalla de Clavijo. Se ve a Santiago que sale en ayuda del rey Ramiro I y las tropas de Abderramán huyendo de la aparición. Además, el suelo, el poco que queda del empedrado que cubría toda la plaza de la iglesia tiene filigranas con vértebras. Supuestamente son humanas, pero seguramente alguna hay de carnero», reconoce. También en la entrada se puede ver una gran lápida romana de la que desconocen la inscripción porque está dada la vuelta contra la tierra. «La iglesia llama la atención de los peregrinos por la cantidad de imágenes que posee, y por el maravilloso retablo, que está totalmente restaurado. De hecho, Villadangos era un pueblo humilde y los historiadores no han descubierto quién pudo costear algo tan elaborado», indica Barrera.

La imagen de Santiago Matamoros mira al frente y está adornado con el sombrero de Tres Picos que llaman la Federica. El tramo de salida hacia San Martín es agradable y constituyó un importante cruce de caminos, porque «en ese punto confluían el camino a Asturias, que era el único que existía al Norte de la Cordillera Cantábrica hasta que se abrió el puerto Pajares; el camino a Madrid, que servía de conexión al Camino Real a la capital del Reino; y el Francés, que es el único que se separa de la N-120 actual y coincide con la calzada romana», aclara.

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