Diario de León
CARLOS GUTIÉRREZ

CARLOS GUTIÉRREZ

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León

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Tierra de famosos luchadores, de orgullo de sus pendones y numerosos retablos, los peregrinos que llegan a Valdefresno atraviesan tres de sus poblaciones: San Felismo, Arcahueja y Valdefuente antes de enfocar ya hacia la capital. «Tratamos de conseguir que el Camino esté en buen estado», explica el alcalde, Carlos Gutiérrez. Por eso el Ayuntamiento rellena con zahorra la senda de casi ocho kilómetros que conduce a Santiago. Aunque el municipio ofrece un par de albergues, la mayoría de los peregrinos efectúan el tramo de Valdefresno en una jornada y son de paso, según admite el propio regidor.

«Somos tierra de secano al 50%, así que se nota el frío y el calor, pero uno se puede proteger de los rayos del sol en varias zonas de descanso que tenemos muy bien acondicionadas», remarca.

En Arcahueja, la zona de descanso dispone de bancos, un tejado elevado que se apoya en varios pilares y agua potable y no potable gracias a la instalación de una fuente y a que se conserva uno de los bebederos tradicionales. En ese espacio, los peregrinos pueden disfrutar del murmullo del agua, de la sombra y del silencio. Es un pequeño refugio de paz en un entorno rural. En Valdelafuente, el espacio para reponer fuerzas se sitúa junto a la iglesia de San Juan Bautista, un templo de 1119 completamente restaurado gracias a la colaboración vecinal que posee una pequeña capilla, pero coqueta.

Tuvo el gran honor, la única vez que la Virgen del Camino, patrona de León, visitó a los ayuntamientos del Voto, de partir de esta iglesia jaleada por decena de devotos y pendones en peregrinación hasta Puente Villarente. Tras esta parada singular, los peregrinos pueden dirigirse hacia el Alto del Portillo, desde donde ya se vislumbra en toda su plenitud la ciudad de León. Las vistas son espectaculares, ya que de un solo vistazo se abarcan las torres de la Catedral y el mosaico de casas que forman el puzzle capitalino. En esa zona, además, se ha establecido una curiosa costumbre, similar al depósito de piedras que se efectúa en otros tramos del Camino como símbolo del paso de cada peregrino. Aquí, en la valla de separación hacia los viales de la carretera se dejan insertadas cruces de fabricación casera, con papel, madera, conchas y hasta barro.

Se trata de un pequeño mural que inmortaliza las cruces de los peregrinos. Su cantidad es testigo de la recuperación paulatina de turistas hacia Santiago.

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