Diario de León

La verdad está en los huesos

El esqueleto habla con elocuencia. La antropóloga forense Sue Black dice que no es nada fácil disolver una osamenta, como enseña la literatura criminal

janice aitken/capitán swing

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León

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antonio pAniagua

Somos polvo y en polvo nos convertiremos, salvo los huesos, que perdurarán más que nuestras vísceras y órganos. El esqueleto humano, formado por más de 200 huesos, es el andamiaje del hombre. Los huesos «sangran cuando los cortamos, sufren si los rompemos», dice la antropóloga forense Sue Black, quien lleva décadas identificando cadáveres anónimos, primero los de su país natal, Reino Unido, y luego los de muchos difuntos que en las guerras ha habido. Black, presidenta del Real Instituto de Antropología de Gran Bretaña e Irlanda, ha publicado Escrito en los huesos (Capitán Swing)’, un libro en el que explica su quehacer, estudiar las piezas óseas, testigos mudos de nuestros secretos mejor guardados, incluso los que más se resisten a ser desvelados.

Los huesos hablan de nosotros, de nuestra vida y nuestra muerte. Bien lo sabe Sue Black, que ha estudiado los restos de las víctimas de los crímenes de guerra cometidos en la guerra de Kosovo. La antropóloga forense sabe que los huesos hablan, a veces con la misma elocuencia que un análisis de ADN. Los huesos se remodelan sin cesar a lo largo de la vida, lo que demuestra que son materia viva. El esqueleto humano se renueva prácticamente cada 15 años, y en su forma de renovación influye la edad. Para Black, el esqueleto es un libro abierto. Como una lectora impenitente, la antropóloga forense sabe descifrar el lenguaje de los cráneos, los húmeros y las clavículas, asegura, por ejemplo, que una dieta vegetariana deja su impronta en los huesos, como los golpes recibidos o el ejercicio físico. Black Sue no solo es célebre por su pericia en desentrañar crímenes no aclarados. También lo es por su contribución a desarrollar un sistema científico para identificar a los pederastas, dado que las venas de las manos son tan personales como las huellas dactilares. Los vasos sanguíneos del dorso de la mano derecha difieren mucho de los de la izquierda. De hecho, no hay dos personas en el mundo con el mismo dibujo, ni siquiera los gemelos idénticos. La forense metida a antropóloga desmiente mitos dominantes de la novela negra, como que sea fácil disolver un esqueleto, un mito «fantasioso».

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