Diario de León

LA VIDA JUZGADA DE DOLORES VÁZQUEZ

La otra víctima del ‘caso Wanninkhof’ habla por primera vez sobre sus 519 días en prisión. Es la catarsis de Dolores Vázquez, detenida, condenada y juzgada por un tribunal, la prensa y la sociedad sin pruebas por un asesinato que nunca cometió, el de Rocío Wanninkhof. Era inocente

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Hace veinte años la vida de Dolores Vázquez cambió para siempre. Regaba el jardín de su chalet cuando dos agentes de la Guardia Civil se personaron en la casa, le leyeron los derechos y la esposaron. Había sido acusada del asesinato de Rocío Wanninkhof, la hija de su expareja, Alicia Hornos. La joven de 19 años había desaparecido el 9 de octubre de 1999 en la Cala de Mijas (Málaga). Días más tarde, el 2 de noviembre, un hombre halló su cuerpo sin vida, en unos terrenos ubicados entre Marbella y San Pedro de Alcántara. Había sido apuñalada repetidamente.

El suceso conmocionó a la opinión pública, y la Guardia Civil trató de acelerar sus pesquisas a base de conjeturas. Sin evidencias y con ninguna prueba a favor, acabó estrechando el círculo sobre Dolores. ¿El móvil? Era una venganza porque la madre no había querido volver con ella.

«Me metieron en un calabozo, pero no me explicaban nada y no tenía voz. Me encendían y me apagaban la luz y me decían: ‘Sabemos que te da miedo la oscuridad’. No era cierto, pero sí que tengo un poco de claustrofobia». Aterida de frío, se acurrucó junto a la pared: «Solo quería que me llevaran ante el juez para declarar». No creía lo que le estaba pasando, «era una pesadilla», relata una Dolores emocionada.

Cuando se personó ante el magistrado –«tengo su cara grabada», dice–, no entendía ninguna de las preguntas que le hacían.

«Yo pensaba que me iban a dejar en libertad. Siempre he tenido fe en la justicia, pero ese día dejé de creer», expone.

Hace unos meses, Netflix estrenaba ‘El caso Wanninkhof-Carabantes’, un documental que explicaba los pormenores de uno de los mayores errores judiciales de la historia de España, a la vez que trazaba un sórdido retrato de Tony Alexander King, el asesino de Rocío Wanninkhof y Sonia Carabantes. Pero faltaba un testimonio clave: el de Dolores. Ahora ‘Dolores. La verdad sobre el caso Wanninkhof’, una serie documental producida por Toñi Moreno y Víctor García y dirigida por Noemí Redondo, que se estrena en HBO Max el 26 de octubre, ahonda en esa otra parte de la historia: la de la mujer a la que calificaron de «fría y calculadora», que fue condenada a prisión por un jurado popular y que permaneció 519 días privada de libertad.

Dice Moreno, que en su momento cubrió el caso para ‘Andalucía directo’ en Canal Sur, que no fue fácil convencerla. «Loli no ha dado ninguna entrevista en estos veinte años», explica.

«Cuando la volví a ver, me la encontré anclada en ese momento de su vida y le dije: ‘Mira Loli, necesitas dar un paso al frente porque vives en lo que te pasó y en lo que te hicieron’», relata. El cambio de chip llegó cuando le hicieron ver que la generación que está estudiando ahora Derecho o Periodismo no sabe quién es.

«Creemos –le dijeron– que esa gente merece que les hables del error judicial más grande que se ha cometido en este país para que esto no vuelva a pasar». Y accedió.

Dolores se va abriendo y va relatando sus duros días en prisión. El trato rudo de los funcionarios la atemorizó, pero lo que más impresión le causó fueron las celdas.

«Tenía pesadillas con el sonido de los cerrojos», comenta. Tantas que comenzó a hacer bolitas de papel higiénico para taponar los oídos y apagar su ruido ensordecedor. Aislada por prevención del resto de reclusas en la prisión de Alhaurín, los gritos de «¡bollera! ¡lesbiana! ¡asesina!» sacudían los muros de la cárcel cuando por megafonía una voz anunciaba que tenía visita de su abogado. Pasaban los meses y la Guardia Civil seguía sin pruebas, esperando a que se derrumbase. Pero Loli no cedió.

Dio igual. Finalmente, el jurado popular la condenó a quince años y un día, pero su abogado presentó un recurso contra la sentencia ante el TSJ de Andalucía, que ordenó celebrar un segundo juicio a la vista de la falta de motivación detectada en el veredicto del jurado.

Dolores salió de la cárcel tras pasar 17 meses en prisión y entonces otro terrible suceso probó su inocencia. Los restos de ADN hallados en el cadáver de Sonia Carabantes, una joven de 17 años asesinada en agosto de 2003 en Coín, coincidían con los hallados en una colilla recogida junto al cuerpo de Rocío. Pertenecían a Tony Alexander King, que acabó confesando.

Ni indemnización ni perdón

Loli se autoexilió después a Reino Unido, no volvió a trabajar, tampoco se enamoró otra vez y hace unos años regresó a su Betanzos natal. «Al final –explica Moreno– ha sido muy generosa y creo que esto es un antes y un después en su vida, creo que para ella ha sido una catarsis».

Nunca recibió indemnización alguna, tampoco se le ha pedido perdón. «Este documental pone al descubierto los fallos del sistema y la poca empatía y humildad de muchas personas. Hasta el ministro del Interior entonces, Ángel Acebes, llegó a decir de Dolores que «tenía un perfil delincuencial, a una señora que ni siquiera tenía una multa de tráfico», sostiene Moreno. Eso sí, la periodista ve muy difícil que se acabe con los juicios mediáticos. «Es muy complicado porque mientras eso genere ingresos... Ahora, dentro de todo eso, tú puedes contar la verdad. Tenemos que hacer autocrítica», dice quien sí le pidió perdón.

A Moreno, madre de una niña, volver al caso le ha permitido entender «un poquito más» a Alicia Hornos. «Al final es otra víctima de todo esto», afirma. A lo largo de la serie, Dolores se enfrenta a las declaraciones de Alicia y niega todas sus acusaciones, recordando que se desvivía por Rocío y su hermana Rosa.

¿Hubo una posibilidad de que ambas se reencontraran? «A mí me hubiera encantado, pero no lo preguntamos porque consideramos que está bien donde nos hemos quedado. Que las dos vean el documental y si ese encuentro se tiene que producir, que sea de manera privada», dice Toñi Moreno.

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