Diario de León
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León

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Iniciamos el otoño, tiempo en el que la naturaleza nos muestra otro de sus rostros, quizá, su más hermoso rostro. El otoño es de una serenidad inmensa. El ser humano también evoluciona así, su rostro se convierte en un mapa de líneas sabias y profundas en el otoño de su vida. Es de una presencia serena y profunda. La vejez tiene un conocimiento hondo y esencial de la vida.

¿Valoramos socialmente la presencia de los ancianos? Vivimos agotados, centrados en nuestro sobrevivir económico (son tiempos de rotunda crisis). Nos dejamos secuestrar por un mundo de consumo que nos ofrece demasiadas tentaciones. Tenemos una agenda diaria inestable y dinámica. Por mil circunstancias, nuestro tiempo vuela inexorablemente. ¿Qué espacio queda para los ancianos de nuestra vida?

En Madrid, recientemente se convocó una manifestación para exigir un cambio en el modelo de residencias de ancianos. Exigían un modelo asistencial que respondiese a las necesidades reales de las personas mayores, al aumento de los profesionales que necesitan para sostenerlo, a la mejora de los servicios de dietética y nutrición, a la primacía de la gestión pública frente a la privada de los centros residenciales y pedían que las condiciones de espacios y edificios fuera también la adecuada. Pienso (se contabilizaron unas 1.500 personas según la Delegación del Gobierno en Madrid), que la manifestación tendría que haber tenido una asistencia masiva. Nos compete y debería importarnos a cada ciudadano, cada una de esas reivindicaciones.

«Tras una larga vida de trabajo, después de haberse dejado la piel en el camino, un buen día descubrimos en el espejo a un viejo que, abatido y resignado, nos contempla. Uno se hace viejo poco a poco, pero es de repente que se parece a ese viejo que llegó para quedarse y el mundo se nos vuelve más y más hostil y cada día es más difícil y cada día más oscuro». Es un poema Serrat; emocionante y veraz.

Nuestra tierra es afortunada, aquí la longevidad es una realidad, por favor, no dejemos en el olvido a nuestros mayores. Debemos trabajar por la garantía de cada uno de sus derechos y proteger su visibilidad social. También, valorar su sabiduría y proteger su vulnerabilidad.

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