Diario de León

CIEN AÑOS DE LA TRAGEDIA | EL NAUFRAGIO QUE LLEGÓ A LEÓN

La baronesa ‘leonesa’ del Titanic

La esposa de un letrado y senador por Sahagún fue una de las supervivientes del mítico naufragio. Un nieto suyo ejerce actualmente como juez sustituto en el edificio de los juzgados de la capital .

León

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María Josefa Pérez de Soto Vallejo y su marido, Victor Peñasco Castellana acababan de casarse hacía apenas 16 meses en Madrid. 15 de abril de 1912. Con 22 años ella y el título de baronesa, con 24 él y tratamiento de gentlemen (caballero), tras recorrer toda Europa en una esplendorosa luna de miel, acompañados por su criado Eulogio y su doncella Fermina, habían gastado la nada desdeñable cifra de 111 millones de pesetas (de principios de siglo...). Viena, Montecarlo, Londres, el Orient Express... Cuando llegaron a París y se encontraron con el Titanic, anunciado a bombo y platillo, donde se sabía viajarían muchas grandes personalidades de la aristocracia europea y decidieron rematar en él su viaje de novios.

«Fue un poco como una cuestión de azar», recuerda un nieto de María Josefa, que sirve como juez en los juzgados de León y prefiere guardar su nombre en el anonimato. Cogieron el barco en Chersburgo, acompañados en exclusiva de Fermina, una joven natural de Uclés (Cuenca) que ejercía como doncella de confianza de la señora.

Cuenta Tomás Rubio de Tejada y Fernández, canciller del Solar de Tejada y presidente de su Junta de Probanza que para poder realizar esta aventura «decidieron dejar a su criado en París, para que se encargara de enviar cartas ya preescritas, a la familia desde esta ciudad, dando a entender que estaban pasando una temporada en ella, ya que una de las premisas de la madre era que no viajaran en barco».

En primera, 6.000 euros

Para viajar en primera clase había que pagar 108 libras, 1.122.145 pesetas de la época (o 6.744,23 euros). Por eso no eran demasiado los pasajeros que la noche del 14 de abril de 1912, compartían la cena con el capitán, Edward J. Smith, con una gran orquesta.

Víctor y Josefa formaban parte de la nómina de invitados. Se retiraron a su camarote sobre las once de la noche. Pocos minutos después, cuando ya estaban acostándose, sintieron un gran estruendo, por lo que Víctor se dirigió a cubierta a comprobar que sucedía. Regresó rápidamente a por Josefa y su criada, que estaba en el camarote de enfrente. El Titanic había chocado con un gran iceberg, rasgando con suma facilidad gran parte del costado de estribor.

A toda prisa, se dirigieron de nuevo a cubierta, donde el mar estaba en calma. No así el barco, que en menos de diez minutos era una locura colectiva. El iceberg había herido de muerte al Titanic, considerado como el buque más seguro, lujoso y grande de pasajeros de todo el mundo hacía agua y el hundimiento del coloso era inminente.

María Josefa y Fermina pudieron subirse apresuradamente al bote salvavidas número 8. Primero las mujeres y los niños. Luego los pasajeros de Primera. Luego los de Segunda. Luego los de Tercera...

La película, fidedigna

Víctor se quedó esperando una muerte segura. «Mi abuela nunca habló mucho de aquellos momentos, que tuvieron que ser dantescos, pero por los detalles que nos dio alguna vez cuando éramos pequeños, la película debe de ser bastante fidedigna. La escena en la que el barco se parte y se pone practicamente vertical, por ejemplo, ella la contaba con mucha similitud». Se refiere el juez leonés a la cinta que protagonizaron Leonardo Di Caprio y Kate Winslet.

María Josefa rehizo su vida y se casó en segundas nupcias con Juan Barriobero Armas, un letrado del Consejo de Estado natural de La Rioja que por motivos profesionales dio con sus huesos en Sahagún. Elegido Senador y diputado por la circunscripción facundina, tuvo tres hijos con la superviviente del Titanic.

Uno de ellos decidió continuar con la tradición familia de la judicatura y uno de sus nietos sirve en el edificio de los juzgados de la capital. Guarda en su despacho fotos de Juan Barriobero Armas Ortuño y Fernández de Arteaga, el marido de la baronesa ‘leonesa’ del Titanic. María Josefa, 60 años después de la tragedia, no pudo regatear a la muerte por segunda vez...

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