Diario de León

| Crónica | La noche de la ilusión |

El Bierzo da lustre a los zapatos

El frío y la niebla no impidieron que miles de niños con sus padres salieran a las calles de la comarca para ver pasar a los Reyes Magos y a toda su comitiva

Dos toneladas de caramelos fueron lanzadas desde las carrozas de los magos

Dos toneladas de caramelos fueron lanzadas desde las carrozas de los magos

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M. Félix - ponferrada
Ponferrada

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«Hay un diez por cien de niños que han sido revoltosos, y la mayoría se portó bien» CHALUPA, Mago autóctono de Ponferrada «Mucha gente, muchos niños, mucha niebla, muchos caramelos». Era el resumen que de la cabalgata de Ponferrada hacía una señora con su hijo pegado al cuello. Muchos bailaban en la calle, pero al compás de un grado bajo cero, más que de la música que salía del grupo de ambientación. Una estrella con luces de neón sobre la penumbra abría el cortejo de los tres Magos de Oriente, que tras salvar tiros y bombas en Irak, peleas en Jerusalén y nevadas en España, llegaban al Bierzo. Melchor, el primero de los reyes, iba subido en una carroza prefabricada junto a una especie de pájaro egipcio. El pájaro no volaba porque iba tirado por un tractor de gasoil, desde donde salían en ocasiones disparados los caramelos que con empeño lanzaban también niños para pequeños y mayores. Una palmera exótica llevaba a Gaspar y Baltasar iba portado por otra carroza con la intención de dar lustre al evento de la ilusión. Para dar calor al recorrido y a los que esperaban desde las aceras, un grupo de pasacalles con firma de la factoría Disney se esmeraban por dejar perplejos a los más pequeños, algunos de ellos con lágrimas en los ojos por el temor a lo desconocido. En esta comitiva iban un grupo de quince personajes de un cuentacuentos mágico, junto con seis músicos. Había titiriteros vestidos con trajes de época y ambientados en relatos infantiles tradicionales, que también quisieron hacer las delicias de la concurrencia. Y entre carroza y carroza había que apartarse cuando pasaban los todoterrenos cargados con paquetes que llevaban papel de regalo para el gran amanecer de este 6 de enero. Durante más de tres horas, el cortejo real recorrió las arterias principales de Ponferrada, saliendo de un monumento a los donantes de sangre y terminando delante de la casa del pueblo, el consistorio. Allí estaba la primera autoridad municipal, el alcalde Carlos López Riesco, que como mandan los cánones del protocolo, fue el encargado de dar la bienvenida a los tres magos y al complemento autóctono puramente ponferradino, el Mago Chalupa. Y así, envuelto en la niebla, niños y mayores, como en el cuento navideño, se fueron para casa a dar lustre a los zapatos.

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