Diario de León

Inicio de la desescalada

Del confinamiento a la confitería

Miles de niños de toda la provincia salen a la calle por primera vez después de 43 días guardados en sus casas; un amplio despliegue policial preventivo vigiló que se cumplieran las recomendaciones

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Volvió a la vida León. Fue un gusto. Por una mañana, no es que el panorama volviera a 2019. Pero casi. Hubo ajetreo en torno a los parques. No dentro porque está prohibido. Pero sí en los jardines, en las calles, en las aceras y se respiró un atisbo de normalidad. La tormenta de la sobremesa apagó los efluvios de euforia y la tarde volvió a ser gris y callada. No pasa nada. Hoy será otro día y después de las tareas escolares volverán las risas y las carreras a los oídos.

Lo saben bien Lidia, Julia, Martina y Celia. Las cuatro y sus padres ocuparon la ribera del Bernesga pertrechadas en sus bicicletas y patines. Al principio les cuesta responder al periodista y se azoran con el fotógrafo. Luego pierden la vergüencita y cascan todo. «Estábamos hartas de estar en casa, pero salir a la calle nos da un poco de cosa. Es que con esto del virus...».

Las cuatro estudian en el colegio Camino del Norte. Eso mola menos. No a las niñas, a los padres. «Si estás trabajando, no puedes atender sus tareas y es complicado». Una de las hermanas bloqueó la tablet de mamá la primera mañana de confinamiento. Un disgustillo.

Familias dialogan en un encuentro por las calles de León. JESÚS F. SALVADORES

Andrés y Sofía lo llevan mejor. Por la mañana toca repaso. Por la tarde, hay tiempo para el kárate y para los videojuegos. La noche es capítulo aparte. «A los niños les cuesta coger el sueño y a los padres, más». Los dos se encuentran con un amigo y compañero de clase y por un momento, la tentación del abrazo fluye. Hasta que la voz del padre corta la intentona. «¡Eh!». Y los tres rubiales vuelven a guardar las recomendaciones sanitarias. También lo hace Julia: «Es que hacía mucho que no os veía».

De casa al parque, la comitiva se cruza con tres patrullas de la Policía Local. No intervienen, sólo controlan con gesto serio y actitud expectante. El atrezzo es variopinto: aquel no lleva guantes, el de más allá no tiene mascarilla y hay pequeños (muchos) sin lo uno ni lo otro. (....)

En Ponferrada y en El Bierzo, los carritos invadieron las aceras. Sobre todo en San Antonio y La Rosaleda. Sahagún se unió a la costumbre de respetar las normas de del civismo infantil. Buena cosa.

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