Diario de León

¿Hay cambio posible?

«Las cuencas han perdido dos generaciones»

Aunque su gran protagonismo es reciente, lo cierto es que la emigración leonesa comenzó en 1960; y en algunas comarcas mucho antes

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León

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No es nuevo. Pese a que el concepto está ahora presente de forma casi constante en la prensa, en las tertulias y en los mensajes de los políticos, lo cierto es que la despoblación es un concepto que va de la mano de la realidad leonesa desde hace mucho tiempo. «La sangría poblacional la estamos sufriendo desde hace más de medio siglo y en algunas comarcas desde hace más de un siglo. Es una cosa tan grave que ahora se le presta mucha atención pero en los medios universitarios lo venimos estudiando, desde 1960, año en que llega el pico máximo de población en la provincia». Quién hace esta precisión (que sonará rara a muchos oídos) es el catedrático de Geografía Humana de la Universidad de León, Lorenzo López Trigal. «En la provincia está la dimensión comarcal y local a la hora de hablar de despoblación, en la Maragatería, por ejemplo, la padecen desde finales del siglo 19». En su análisis, López Trigal añade que además de la despoblación generalizada en el medio rural, «el peligro ahora es que se están vaciando los núcleos que habían resistido como son las zonas mineras».

Y cuando se pone este asunto encima de la mesa, salen a la palestra nombres propios de la provincia como Villablino, Fabero, Torre del Bierzo, Igüeña, incluso Bembibre, donde se sabe perfectamente lo que esto significa. En Villablino, la capital del Valle de Laciana, la población ha pasado en apenas treinta años de 15.000 habitantes a los alrededor de 8.000 que tiene en estos momentos. Se dice pronto: ha perdido la mitad de su población. Ponferrada, León, Asturias e incluso ciudades del Mediterráneo han recibido buena parte de los que hicieron las maletas y dijeron adiós a los municipios carboneros.

LOS HIJOS DEL CARBÓN

«Y al hilo de estas cifras tan sombrías, López Trigal pone otra reflexión contundente y a tener muy en cuenta. «Es un goteo continuo que se agrava además porque los hijos de los jubilados ya no tienen empleo: así se pierden dos generaciones de golpe». Una comarca que pierde dos generaciones de golpe es como si hubiese padecido una guerra. A su juicio, en Castilla y León la despoblación está muy extendida y ha llegado ya a las cabeceras de comarca. «Y eso es lo más grave».Evidentemente, no hay soluciones mágicas para el vaciado de zonas rurales que van a perder o han perdido ya la vitalidad. Dos posibles son favorecer la llegada de nuevos pobladores (desde familias jóvenes a incluso jubilados) y fomentar l nuevas actividades, algo ligado a las nuevas tecnologías.

El sociólogo David Díez Llamas echa mano de los números a la hora de hablar del éxodo leonés. «La despoblación son datos y los datos ahí están», sentenció para acto seguido criticar las últimas manifestaciones del presidente de la Junta, donde defiende la identidad e historia de León dentro de un «modelo de éxito». «No entiendo cómo puede decir esto, me suena a dime de qué presumes y te diré de qué careces».

Los números no invitan al optimismo pero cree que hay tiempo para el cambio. «Hay que creer que el cambio es posible y hay que hacer todo lo posible para que la actual situación cambie». Y la línea de acción pasa por asegurar unos servicios mínimos en el medio rural: consultorios médicos, una escuela abierta, una tienda donde hacer la compra, transporte, etc. Lo que no se puede hacer es la barbaridad de unificarlo todo, ese afán por la centralización de servicios que tienen algunos políticos». A su juicio, este momento de rebelión que vive León es positivo. «Hay gente de derechas y de izquierdas pero todos coinciden en que esto no puede ser».

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