Diario de León

león lucha por la minería. Las armas del carbón

Cuerpo a cuerpo

Los enfrentamientos entre mineros y antidisturbios llevan a las barricadas una exhibición de artillería e ingenio .

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marco romero | león
León

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Un joven minero de la montaña central presenta en la barricada de Ciñera de Gordón su lanzapatatas. «Está probado», garantiza. El rudimentario artilugio se ha elaborado con dos tubos de PVC de diámetros distintos. En el más ancho, que hace de culata, se ha incrustado un mechero de chispa. Cuando la patata ya está introducida en el cañón, se expande laca o desodorante en aerosol, se activa el mechero y la patata sale propulsada a unos cuantos metros. Como arma mortal es mejorable, pero el lanzapatatas no deja de ser un ejemplo del ingenio que están poniendo los mineros para librar su batalla cotidiana en las barricadas. Frente a ellos, un destacamento de agentes antidisturbios de la Guardia Civil muestra también su armamento a diario. Por razones de seguridad, este cuerpo ha decidido no facilitar información sobre los medios humanos y materiales que está desplazando a las protestas mineras. No obstante, es conocido que el Grupo de Reserva y Seguridad (GRS), con sede en la Virgen del Camino, dispone de 180 efectivos y que la comandancia de León cuenta con otra unidad sin un número fijo de agentes. Aunque no llevan trajes exactamente iguales, sus funciones son prácticamente las mismas ante un caso de orden público: llegar, esperar el mandato y dispersar las concentraciones hasta abrir vías y carreteras, la mayor parte de las veces cargando contra las personas. Lo habitual es que el GRS envíe una unidad de 35 agentes a cada frente, estén apoyados o no por el operativo de la comandancia, y siempre precedidos de un helicóptero. En el bando enfrentado, se calcula que cada día que se levantan barricadas en la provincia se echan a la carretera entre 500 y 700 mineros.

«Ellos no son nuestros enemigos», se escucha todos los días en boca de algún minero. Y algo parecido ha dicho más de un guardia civil. Pero unos y otros están condenados a verse las caras hasta que se ponga fin a este conflicto, cada día más enconado. Los gases y las pelotas de goma utilizados por los antidisturbios —no pueden hacerlo a menos de 30 metros— se miden con las piedras, canicas y voladores lanzados por los mineros desde las armas caseras más delirantes. Por ejemplo, el tirachinas de hierro elaborado para las protestas del 2006 con la goma sanitaria de hacer torniquetes y un refuerzo para el antebrazo. Las canicas, rodamientos o tornillos salen disparados a una velocidad más que respetable. De un bidón salen dos escudos y una raqueta puede ser el mejor lanzapiedras para largas distancias. La contienda diaria tiene ya un considerable balance de heridos, entre ellos ocho guardias civiles de baja.

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