Diario de León

| Análisis | Tierra encima |

El dinero lo tapa todo

Lo más increible de la peripecia de seis años de basura errante es que falten informes de la Junta para enterrarla y multas por estar al aire libre

Bandadas de patos salvajes en las lagunas y charcas que bordean el provisional vertedero

Bandadas de patos salvajes en las lagunas y charcas que bordean el provisional vertedero

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A. Núñez - león
León

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Según el alcalde popular de Santa María del Páramo, Miguel Angel del Egido Yanes, el recinto que alberga los fardos de basura en su pueblo es totalmente seguro, aunque lo acumulado allí equivalga -si alguna vez quieren sacarlo- a la carga de 15.000 camiones, contando con que cada uno pueda transportar, bien prensadas, una veintena de toneladas. De momento al alcalde no le preocupa en exceso la situación y baraja con toda normalidad, sin prisas, tanto la posibilidad de que le quiten de encima los fardos, «cosa que sería lo mejor», como la de dar licencia de obras para enterrarlos, algo que se tardaría muy poco en hacer con los correspondientes permisos medioambientales de la Junta. Mientras tanto el municipio cobra cada año más de cien millones de pesetas, lo que incrementa su presupuesto en una cantidad nada despreciable. A la pregunta de por qué protestan ayuntamientos vecinos, como los de Lagunadalga o Valdefuentes del Páramo, el alcalde de Santa María se limita a insinuar que tal vez pretendan compensaciones que no les corresponden, porque, según él, no hay riesgo medioambiental para ellos, la basura está bien guardada y controlada, y periódicamente se realizan todo tipo de pruebas para que nada se salga de la normalidad. Lo demás son pleitos de vecindario que «no vienen a cuento». La situación destrita por el alcalde paramés, sin embargo, contrasta abiertamente con la deplorable imagen que presenta el entorno del vertedero. Junto a las balas de basura al lado mismo de las lagunas que encharcan las tierras arcillosas del entorno, por lo demás propias de toda la paramera, chapotean y vuelan los patos salvajes y no pocos rebaños de ovejas y ganado vacuno pacen por los alrededores. Apenas les separa de los fardos de porquería un vallado de alambre y, a veces, ni siquiera eso, sin que los servicios medioambientales de la Junta o el Seprona de la Guardia Civil se hayan apercibido de ello. Vistas las fotografías que ilustran estas páginas, lo raro no es la miopía de la burocracia oficial, sino que cualquier otra especie animal haya podido sobrevivir tanto tiempo a tamaño desastre ecológico. Las elecciones municipales y autonómicas están al caer, así que hasta por lo menos después de la primavera todo va a seguir igual y ninguna administración va a remover la porquería. Ni para taparla.

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