Diario de León

Un negocio sin crisis

Una familia leonesa unida por la lejía

La empresa Rebeca, fundada en 1930, distribuye sus productos principalmente en residencias, hospitales y colegios leoneses

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León

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«Higiene y limpieza de principio a fin». Es el eslogan de la casa. Si algo tiene la familia Redondo es que está unida por la lejía desde hace 90 años. La fundadora de la empresa Rebeca fue Epifania Sanz. Algo realmente insólito en 1930. «Mi abuelo era el que figuraba, pero ella era la que daba el callo», dice su nieto Jesús Redondo, encargado de la sección comercial de este negocio familiar ubicado desde el principio en Navatejera.

Rebeca es de las pocas empresas leonesas que ha repuntado con la pandemia. Han crecido entre un 200 y un 300%. «No nos hemos aprovechado de la situación ni hemos subido los precios, como han hecho con las mascarillas y los guantes. La gente se ha dado cuenta de que la lejía es el mejor desinfectante y el más barato».

En la saga de los Redondo es tradición que haya un químico en la familia. El primero fue Epifanio Redondo Sanz, que se hizo cargo de Lejías Rebeca en los cincuenta. El mayor de sus cinco hijos es químico; los otros cuatro ocupan distintos cargos en un negocio que fabrica desde el producto a las etiquetas y los envases. Todo queda en casa. También los principales clientes son locales, aunque distribuyen en toda Castilla y León, Galicia, País Vasco y Cantabria. «El transporte influye mucho en los costes. La lejía es muy barata y deja poco margen de beneficio, así que distribuimos cerca para ser competitivos». «Somos una empresa pequeña de catorce empleados».

Producto indispensable

«Las ventas de lejía han crecido entre un 200 y un 300%, pero no hemos subido los precios»

Sus principales clientes son residencias de la tercera edad, colegios, hospitales, la Guardia Civil y la UME. Hace unos años, las lejías Rebeca no faltaban en los ultramarinos, pero ya quedan muy pocas tiendas de barrio.

Jesús Redondo sabe que es un afortunado. La demanda de las últimas semanas les ha obligado a trabajar a destajo, incluidos los domingos. De ahí que estén sirviendo con algún pequeño retraso. «Después de lo que ocurrió con el papel higiénico, ahora las estanterías de los supermercados están desabastecidas de lejía».

En Rebeca fabrican el contenido y el envase.  FERNANDO OTERO

Solo fabrican lejías —con las etiquetas Rebeca y Guerrero—, así como productos para piscinas, pero distribuyen otros químicos, detergentes, jabones, fregonas, celulosa... Redondo sostiene que no hay mejor desinfectante que la lejía. «A las multinacionales les interesan otros productos más caros, pero son menos eficaces». Sobre las intoxicaciones detectadas en los últimos días, advierte: «La lejía no es peligrosa si no se mezcla con productos como el amoniaco». El director comercial de Rebeca no sabe aún si habrá una cuarta generación al frente de la empresa. «Nuestros hijos no se han interesado y no les animamos, aunque uno de ellos es químico también. Los negocios son muy sacrificados». Confiesa que han tenido años malos. «Hemos salido adelante porque es un negocio pequeño y no hay grandes sueldos. Cuando tenemos beneficios, los reinvertimos en la empresa». Asegura que no les compensa el volumen de trabajo actual con el estrés que soportan.

«Lo importante es si este auge momentáneo va a tener continuidad». La lejía —dice— era un producto desprestigiado hasta ahora. El coronavirus les ha permitido ‘lavarle la cara’ a la lejía. Su empresa será de las pocas que se libren en esta provincia de un expediente de regulación de empleo. «Somos afortunado».

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