Diario de León

Entre los focos se dejaron ver dos batas blancas

Las circunstancias obligaron a cambiar el habitual desarrollo de la ceremonia

Mañueco firma el Libro de Oro del Diario, junto a S. Torné. RAMIRO

Mañueco firma el Libro de Oro del Diario, junto a S. Torné. RAMIRO

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Faltaron los aplausos, porque las manos ya tienen callo de tantas tardes de salir a aplaudir a la ventana cuando el reloj marcaba las ocho de la tarde y la luna no se atrevía a salir todavía, que el protagonismo era de los sanitarios, los verdaderos astros. No hubo cocktail después de la entrega, que las mascarillas y el miedo le quitan el aroma a las viandas en torno a las cuales tantos años (catorce anteriores) la conversación fluía sobre esto y sobre aquello. Tampoco tocó vestir galas más allá de las estrictamente imprescindibles, porque reza el protocolo que no son tiempos de ello. La gala no tuvo a gala serlo porque dice la previsión que 2021 será año de alegrías, que las penas ya las dejó todas el que está a punto de acabar. Y para entonces reverdecerán laureles viejos en tiempos nuevos, tiempos salvajes.

La entrega del Premio Diario de León al Desarrollo Social y los Valores Humanos, en el que colaboraron Evidentia Auditores y Álvarez-Canal, se convirtió en un acto sencillo para ponerle a la historia el recuerdo de lo que nunca se olvide. Por momentos, se dejó entrever entre las columnas de la remozada sede de La 8 León un par de batas blancas imaginarias, la de Antonio refunfuñando como nunca lo hacía por un homenaje que nunca hubiera querido, que habiendo turnos de guardia por fijar, sobraran medallas. Al menos en su conciencia. La misma que lleva a la sociedad a reconocer a sus héroes y a Diario de León a premiarlos.

Desde el cristal de las gafas de Belén Mato la tierra se ve ahora como un futuro pedacito de cielo. El mismo que ella ha conquistado ya después de una denodada lucha que terminó ganando la sociedad cuando cundió la certeza de que la lucha colectiva empieza por la responsabilidad individual.

Hizo sus pruebas el presidente de la Junta de Castilla y León ante la cámara, para que no quedara nada al libre albedrío. Llegó el séquito justo y mínimo con él, porque las condiciones exigen guardar las distancias, además de la compostura. Familiares y amigos de los premiados les tuvieron presentes en el recuerdo desde la distancia y desde el cariño que siempre se profesa porque lo merecen. Acaba de ser el tiempo de honrar a los santos. Y hay casi tantos a ras de suelo como en las alturas. Solo es cuestión de mirar con alma limpia.

Fuera, los servicios municipales de limpieza se afanaron en la tarea de limpiar a golpe de viento las hojas que el invierno incipiente ha convertido ya en pasto de la gravedad. Será porque Papá Noel y los Reyes Magos se disponen a cargar un buen pedido de mascarillas, que las vacunas no están hechas para las ilusiones de los más pequeños sino para las realidades de los más mayores.

La Universidad de León, el Ademar, Alzheimer León, Asprona, Aspace, la Cofradía del Dulce Nombre, el Hogar del Transeúnte San Genadio, las monjas del Monasterio de la Santa Cruz, el Greim de Sabero, la Asociación contra el Cáncer, la Fundación Cepa, Alfaem, Margarita Moráis y la Fundación Juan Soñador precedieron en los honores. El futuro no está escrito. Ni completa la lista de los que honrarán en la memoria los valores humanos en generaciones venideras.

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