Diario de León

La génetica está detrás de los altos índices de mortalidad que lastran la zona oriental

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s. lópez | redacción
León

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La población osera oriental sufre una constante mortandad de ejemplares que la impide recuperarse. Así lo indicó ayer, a través de un comunicado de prensa, el Fondo Para la Protección de Animales Salvajes (Fapas), quien señaló que la aparición de osos muertos en Castilla y León se repite desde hace más de una década, debido a causas condicionadas por el ser humano, como veneno o muertes por disparos.

Por otra parte, los últimos trabajos de identificación genética realizados por Fapas sobre parte de la población osera cantábrica, manifiestan que el fenómeno de la incomunicación entre las dos poblaciones de osos que habitan en la Cordillera Cantábrica no existe. La identificación mediante análisis genéticos, demuestra que la población oriental cuenta con ejemplares hembras procedentes de la occidental lo que supondría que esa población tiene posibilidades de evolucionar, mientras que los trabajos de censo indican que la evolución general de la población oriental se encuentra estancada.

Estudios genéticos

Fapas apunta como principal causa de esta situación a «la constante mortandad» de osos que se produce en la comunidad y que anula cada año al reforzamiento osero que llega al núcleo oriental desde las áreas más próximas situadas en la zona centro de Asturias, donde la evolución de la población de oso pardo mantiene un constante aumento poblacional.

Conocer el número real de ejemplares que se mueven en un determinado territorio es difícil según el patrón social del oso pardo, con ausencia de territorios defendidos y grandes dominios de campeo, por lo que los estudios genéticos deben ser una de las principales herramientas utilizadas en los planes de conservación de la especie, a la hora de definir las líneas de actuación.

A raíz de la evolución seguida por la población de osos asentada en el núcleo oriental, Fapas manifestó sus dudas sobre las verdaderas áreas de distribución del oso pardo cantábrico y sus patrones de ocupación. «Si estas zonas se establecen en base a la existencia de grupos reproductores, donde se concentran osas de distintas generaciones emparentadas entre sí, la recuperación de poblaciones como la que se asienta en el núcleo oriental resulta poco creíble», aseguraron, ya que la teoría dice que las generaciones emparentadas entre sí tienden, debido a su comportamiento filopátrico, a quedarse donde han nacido, solapando sus áreas de campeo con las de sus madres, lo que dificulta enormemente la colonización de nuevos territorios.

A través de la genética podemos saber si las poblaciones han pasado por restricciones de tamaño en su pasado.

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