Diario de León

La Guerra Civil entra en el museo

Las piezas encontradas durante la excavación del cueto de Castiltejón, punto avanzado del Frente Norte durante la contienda española, son las primeras de este período que tendrá el Museo de León.

El puesto de mando del bando republicano fue destruido para edificar un hotel hace unos años. Desde una tronera del fortín de Arboleya se divisa el cueto Castiltejón.

El puesto de mando del bando republicano fue destruido para edificar un hotel hace unos años. Desde una tronera del fortín de Arboleya se divisa el cueto Castiltejón.

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ana gaitero | león
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El cueto de Castiltejón (Puebla de Lillo) entrará en el Museo de León. No como un paisaje, ni como el lugar donde se asienta la leyenda del vellocino de oro, sino como hito del Frente Norte durante la Guerra Civil. La excavación arqueológica realizada en esta trinchera republicana aportará al Museo de León las primeras piezas relacionadas con este episodio bélico: un casco checo, los restos de un mortero, balas y otros proyectiles.

Según confirmó el director del Museo de León, Luis Grau, hasta ahora no existe en la colección provincial pieza alguna relacionada con la Guerra Civil, si bien el museo estuvo en el centro de la represión. Al ser convertido San Marcos en campo de concentración y prisión algunas piezas del museo, como el mosaico de Hylas y Ninfas (Villa Romana de Quintana del Marco) que posteriormente fue restaurado.

Lo más curioso es que algunas de estas piezas bélicas de la última guerra española no se hallaron bajo tierra en las catas arqueológicas sino que fueron donadas por Juan Carlos Trevissón García, quien las había encontrado en el primer escenario de guerra que es objeto de una investigación sistemática en la provincia de León.

«El Frente Norte entre León y Asturias es un gran ignorado, lo fue incluso en el aquel momento histórico pese a la importancia estratégica que tuvo hasta su caída en octubre de 1937 por ser el punto que frenaba el avance de las tropas franquistas hacia el norte», explica el arqueólogo leonés Eduardo González.

La excavación tenía el objetivo de «reconstruir cómo era la vida en las trincheras» e intentar determinar la actividad bélica. Tras la campaña se sabe que en esta línea del frente «murió mucha gente», explica el codirector. Sus cuerpos permanecen sepultados en el valle. «Se hacían fosas y se les enterraba en el lugar donde morían o muy cerca».

La posición nacional, que controló la mayor parte del tiempo el núcleo de Puebla de Lillo, se encontraba justo enfrente, en el Pico del Águila. «En mayo de 1937 hubo una ofensiva del ejército republicano y llegaron a tomar el pueblo, pero se quedaron sin munición, el abastecimiento era bastante malo y volvieron a replegarse a Castiltejón», añade. Fue el momento de mayor actividad bélica en esta zona del frente.

«Yo me acuerdo de lo de la Peña del Águila, allí los moros caían como chinos», apunta Laudelino Sánchez, de 88 años y vecinos de Puebla de Lillo. Su testimonio también forma parte de la investigación. «La maniobra final de la guerra fue cuando los envolvieron (a los republicanos) subiendo por las cumbres, los rodearon por Barbadillo, que fue uno de este pueblo, de Lillo, quien les mostró el paso».

De la prospección se desprende también la inferioridad de condiciones en que lucharon las tropas leales a la República. González indica en este sentido que «el armamento que utilizaba el ejército republicano era material descendiente de la I Guerra Mundial, mientras que el del bando sublevado era más moderno, de los años 20 y 30». En las últimas semanas del Frente Norte la vida en la trinchera estuvo marcada por la escasez: sólo tenían una comida al día. Al final, las tropas sublevadas no entraron por Castiltejón, sino por San Isidro, el 4 de octubre de 1937.

El cueto conserva las huellas de la guerra en una red de trincheras en zig-zag que comunica los diversos puestos del cerro y parte de las cuales fueron excavadas durante la campaña arqueológica. También se realizaron catas en un refugio al pie del cerro (tres estructuras de piedra en forma oval y rectangular) que sirvieron de parapetos y nidos de ametralladoras; fueron documentadas las posiciones de tiradores en la cima del cerro y examinaron una cueva búnker con dos galerías.

El equipo dirigido por Alfredo González Ruibal, del CSIC, Víctor Bejega y Eduardo González, de la Universidad de León, ha localizado el punto que ocupó el cuartel general del mando republicano que fue bombardeado en la ofensiva final por aviones que salían del aeródromo de La Virgen del Camino. «Lamentablemente se reconvirtió en un hotel hace unos años y apenas quedan unos pocos vestigios, fue casi totalmente destruido», apunta. El lugar ocupa una posición estratégica desde la que se domina el cueto de Castiltejón.

Se prospectó también el fortín de Arboleya, constituido por dos tramos de hormigón unidos por una cueva natural el cual conserva intactas las troneras que se utilizaron para disparar, La Granda y el pico del Águila.

El cueto de Castiltejón fue elegido para esta primera excavación de trincheras por «su impresionante posición» sobre el valle del Silván y por los variados vestigios que conserva de la época de la guerra, así como por su accesibilidad para facilitar la difusión de este patrimonio singular.

La intervención forma parte del Ruin Memories Project que financia el Norwegian Reseach Council. En España se estudian las trincheras de la Complutense. los fortines del valle del Ebro. Incluye estudios sobre las huellas bélicas de fascismos en Etiopía y Guínea Ecuatorial y Noruega.

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