Diario de León

«No sé si he sufrido más discriminación por ser mujer o por ser gitana»

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León

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Helena Hernández trabaja desde que, al terminar 4º de la ESO, decidió dejar los estudios. «No aparece en mi vida laboral, pero desde los 16 años me gano mi dinerito», declara con orgullo. Empezó en los mercados, en la venta ambulante, con la familia. Ahora intenta sacar el bachillerato porque cree que sin formación no avanzará. Trabaja de teleoperadora desde hace seis años y quiere explorar otros horizontes cuando su hija de tres años crezca un poco más.

Cree que no tuvo el suficiente apoyo en el instituto para seguir adelante. Tampoco tenía la suficiente motivación. Pero eso es agua pasada. La vida sigue. Y ella ha tomado sus decisiones. Se enamoró de un payo y se emparejaron. Ya son 11 años de relación y todavía «hay gente que se sorprende. Pero si el dinero mueve montañas, te puedo decir que el amor las mueve más». También ha trabajado de camarera y todos los años vuelve a este oficio por unas semanas para ganar un dinero extra y porque le gusta. El trato con la gente se le da bien.

Helena Hernández se considera «un poco feminista», afirma. «Siempre lucharé porque la mujer sea respetada y valorada. Hemos tenido tantos años de invisibilidad que ahora hay que lucharlo», afirma. «El antifeminismo se empeña en decir que queremos ser más que los hombres y nos llaman feminazis, pero solo intentan desprestigiar y desvalorizar», advierte. El 8-M es necesario, comenta, porque «aún falta mucho por conseguir y por trabajar, tanto para las mujeres gitanas, como para las no gitanas», subraya.

A título personal, reflexiona, «no sé si he tenido más discriminación por ser mujer o por ser gitana. Porque yo creo que ambas discriminaciones van de la mano, es racismo», apostilla.

Tampoco se parece en nada su vida a la de su abuela. «Ella vivió sin móviles, en la extrema pobreza y no fue a la escuela, aunque aprendió a leer en casa», comenta. Los prejuicios hacia la etnia gitana, comenta, hacen ver a la sociedad que «la mujer gitana es machista y es la primera feminista del mundo. Son las primeras que salieron a buscarse la vida a vender de puerta en puerta, reivindica».

De la mujer gitana, señala, todas las mujeres pueden aprender algo: «El coraje y la reivindicación de sus cosas desde la esencia, sin irse por las ramas, valorando los cuidados, siempre luchando por lo suyo y por su casa. Por estar bien y por ser feliz», añade.

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