Diario de León

menos libros que nunca nacidos en león

Las heroínas leonesas de la crisis editorial

Un puñado de editoriales sobreviven a los malos vientos que azotan el sector que, sobre todo con la caída de Everest, hace descender al 40% las publicaciones registradas en León en los últimos cinco años.

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ana gaitero | león

Cayó el buque insignia y los barcos veleros navegan contra viento y marea en el proceloso mar del mundo editorial. León ha sentido la pérdida de Everest con una caída sin parangón en el número de publicaciones.

Nunca habían nacido tan pocos libros en la provincia en las últimas décadas como ocurrió en 2015. El Depósito Legal de la Junta de Castilla y León contabilizó tan solo 566 nuevas publicaciones. Una cifra que supone el 40% de las registradas cinco años atrás, en el año 2011.

El descenso de publicaciones registradas no ha parado en este quinquenio, pero, sin duda, el gran golpe fue la crisis que acabó en el cierre de Everest. De 1.038 publicaciones en 2014 se ha pasado a casi la mitad en tan solo un año.

Más allá de la cantidad (y sobre todo del drama humano y económico que ha supuesto el cierre de Everest) en la provincia se consolidan algunas empresas editoriales, se mantienen iniciativas no lucrativas que abren la puerta a la creatividad local y se explota el filón de lo leonés en diferentes versiones. Son las heroínas de un tiempo difícil.

Es el caso de Eolas, la editorial creada por el inquieto ex flechazo y librero Héctor Escobar en 2009 y que dirige con Marta Escobar. En seis años de andadura ha encontrado en la edición de textos jurídicos la lanzadera económica para sus pasiones literarias. Cuenta con dos colecciones de poesía, literatura infantil, fotografía, narrativa y temas de León.

En estos seis años, con un telón de fondo en la provincia tirando a gris, ha sacado a la luz más de 100 libros. «León ha pegado un bajón demográfico que se siente en cualquier sector, hemos tenido la crisis y las redes sociales absorben y potencian otra forma de lectura», explica. A lo que añade Escobar la «ausencia de planes de lectura», algo que achaca tanto a instituciones como a familias.

Por si fuera poco, el Gobierno ha reducido las ayudas a la edición. El e-book se ha estancado tras «dar cobertura a grandes empresas tecnológicas» y «las leyes del PP han beneficiado a las grandes superficies». Crece la competencia desleal con la venta de libros en los colegios concertados y las fotocopias y, para poner la puntilla, proliferan libros ‘basura’, que «la sociedad porque a los gobiernos les interesa».

«En medio de este caos, nuestra responsabilidad es sacar cosas de calidad», apostilla. Autores como Tomás Sánchez Santiago, José Luis Puerto, Ildefonso Rodríguez, Alberto Masa y Marifé Santiago han publicado en Eolas. Su colección de poesía Eria, a la que se incorpora Rafael Saravia, es una de sus joyas, apreciada por el gremio: «Son de una valentía intimidante y tienen todo mi aprecio», afirma Joaquín Alegre.

El fundador de Rimpego es un ave fénix surgido de las cenizas de Edilesa. «Las circunstancias no pudieron ser más tristes y a la vez desafiantes», confiesa. Después de veinte años, se vio «en el paro y con parte de los derechos laborales cercenados». Tras la conmoción empezó a «despejar brumas» y vio la oportunidad de poner en marcha un sueño que dormía «entre las tímidas ilusiones de un proletario».

La senda de Rimpego está marcada por el pensamiento de Miguel Torga: «Lo local es lo universal sin paredes». «Queremos ser como esas panaderías perdidas por cualquier pueblo, pero que ofrecen un quehacer exquisito», apunta Alegre. Más allá de León y de la aportación de Eolas a poesía, valora la labor editorial que se hace en España en la actualidad, «con una exquisitez fuera de lo corriente» y cita algunos sellos como Impedimenta, Libros del Asteroide y Nórdica, que acaba de publicar a Julio Llamazares.

No sólo la marca leonesa, sino también la especialización son la oportunidad de otros proyectos editoriales que navegan en León en tiempos difíciles. Ediciones Chelsea es el sello creado por Álex Díez, Cooper, en 2010 a partir de la experiencia de autoedición de Club 45, del que ha vendido más de 2.000 copias. Música, exposiciones y DVD a partir del universo creativo del artista leonés son las líneas de trabajo de esta pequeña editorial que va, a su ritmo, viento en popa.

Músicos de la escena alternativa posterior a la movida (Xoel López, Sex Museum, Los Romeos...) protagonizan la exitosa colección ‘Mis documentos’. «Son grupos que han tenido sus picos de popularidad, que han dedicado su vida a la música y tenían que haber sido la banda sonora de este país», comenta.

Con tiradas de 500 ejemplares, algunos volúmenes, como el de Fernando Pardo y Adolfo Airbag, ya han sido reeditados. También ha tenido mucha repercusión, dentro de la colección NPI de música, el volumen de Joaquín Rodríguez, bajista de los Nikis con 1.000 ejemplares.

Álex Díez se define como «una editorial independiente con un planteamiento alternativo y apostando por el comercio local a través de una red de puntos de venta recomendados y distribución directa en librerías y fuera de las grandes superficies».

Aparte de la estética, buscan que el contacto con los lectores evite cuantos más intermediarios mejor. Ediciones Chelsea fue pionera en un campo que ahora está descubriendo el mundo editorial y una muestra de que «tuvimos que ser los músicos quienes contaramos nuestra propia historia», apostilla Cooper.

Una de las editoriales veteranas de la última generación es Lobo Sapiens (Ediciones El Forastero desde hace cuatro años). Nació con el cambio de milenio en Astorga «con el ánimo de abrir un nuevo cauce de expresión a la creación heterodoxa, social, territorial y didáctica», comenta José Antonio Martínez Reñones.

Con el tiempo se traslada a León y abre nuevas colecciones (infantil, gastronomía, ocio). Su seña de identidad, añade el actual titular, es «dar una primera oportunidad a los creadores con talento». Lobo Sapiens ha servido de plataforma para saltar a «editoriales de mayor trascendencia» para algunos autores que debutaron en ella.

Lo territorial, León, los leoneses y lo leonés están en el norte de su brújula, «con una especial predilección por el mundo rural en toda su diversidad», precisa. Más de 400 autores y 250 títulos son el balance de su tres primeros lustros de navegación dando a luz libros, revistas y discos.

Como empresa que es no pierde de vista el horizonte económico. Las «pequeñas ayudas de colaboración o adquisición de ejemplares que realizan las administraciones no solventan el día a día de una empresa editorial que ha de disponer de una abundante financiación para soportar las inversiones cuya rentabilidad retorna, si lo hace, seis u ocho meses después».

Sobrevivir a la crisis no es poco en el mundo editorial, sapicados por «la profunda crisis que afecta a todo el sistema literario dado el cambio de paradigma de la lectura por la irrupción de nuevas tecnologías». En el anecdotario menciona Reñones, sin señalar, a ciertos libreros que se han negado a colocar en las estanterías alguno de sus títulos por asuntos «morales o ideológicos».

La caída de Everest y el pliegue de velas de Edilesa, añade, son el peor golpe del sector en estos últimos años en León. Sin embargo, sopesa, «hay que congratularse de que se vayan consolidando algunos proyectos de personas, sin duda intrépidas, que por amor al arte, más que a la rentabilidad, se meten en los procelosos charcos de la cultura», matiza.

Otro factor positivo. León «no puede estar de queja» por el número de librerías «de gran calidad a pesar del calvario que atraviesan luchando contra tanta competencia desleal», como también ha de congratularse por «el reconocido plantel de personas que se dedican a la creación ni, sobre todo, por el elevado y leal número de lectores con los que contamos».

La concentración de empresas, la especialización y la exportación son las claves de la supervivencia de un sector que afronta la más profunda transformación desde la aparición de la imprenta con Gutemberg en el siglo XV.

Especialización, abrazos amigos y el apoyo de la Fundación Once están detrás de la editorial infantil Amigos de Papel. Su «valor añadido», explica Asunción Carracedo, es que tanto la editorial como Davidown, empresa a la cual pertenece, «son centros especiales de empleo donde trabajan personas con discapacidad». Ella y su marido, Eugenio Castro, se asomaron al mundo de la discapacidad con el nacimiento de su hijo David con Síndrome de Down. Todos los libros llevan la Marca España porque «se hacen íntegramente aquí y no imprimos en países que no respetan los más básicos derechos humanos».

Mucho amor al arte y a la tierra hay en otras iniciativas editoriales auspiciadas por asociaciones, como es el caso del Club Xeitu. «Los libros que publicamos son los que nos gustaría que hubieran existido cuando nos empezamos a hacer preguntas», señala Víctor del Reguero. Empezaron en 2004 con la revista El Mixto y en 2008 crean la editorial Piélago del Moro. Soñadores de libertad, una crónica de la historia de Laciana a través de personas que creyeron en la educación como motor de progreso fue su debut. Suman más de 30 libros cuyos «beneficios se invierten en otros y nadie cobra derechos de autor», apostilla. El enfoque local de obras como el diccionario de patsuezo de Manuel Gancedo se convierte en global en otras como la colección fotográfica de Amós Salvador. Su principal aportación: «De una situación de desmemoria hemos pasado a contribuir a arraigar a la gente, reivindicando lo local sin mirarse el ombligo», subraya. Tiene varios Las gafas del Belga, su última publicación, ha sido hasta la de más éxito. Agotada ya, están a punto de sacar la segunda edición. El Epistolario, de Juan Alvarado, del Club Xeitu, y Laciana: República, guerra y represión fueron Libro Leonés del Año 2014 y 2011.

Camparredonda es el sello de la Asociación Cultural La Armonía de las Letras, de Otero de Curueño, a cuyo frente está Gregorio Fernández Castañón. No es un negocio, ni una editorial al uso. Su prioridad es lo leonés y sus producciones, un número anual de la revista Camparrendonda desde su creación en el año 2000 y 12 libros de narrativa y ensayo. Ha publicado a autores como David Rubio, José Ignacio García y Luis Miguel Rabanal y fue reconocida en el 2015 con el Premio Casa de León en Madrid.

«Me cuesta dinero aunque la revista funciona con la publicidad y las pocas ventas que tenemos», apunta. Los autores no cobran. La calidad y la edición personal son su seña de identidad. Castañón, que es administrador de fincas, señala que el panorama editorial en León con la caída de Everest, Edilesa y el silencio de Lancia «es catastrófico».

La editorial Hontanar, de Ponferrada, no ha salido indemne de la crisis. Su promotora, Amparo Carballo Blanco, también autora y librera, comenta que después de doce años deshizo la sociedad y aunque mantiene el sello edita muy pocos libros. Las pocas ayudas y las muchas exigencias burocráticas las hacen a la medida de las grandes editoriales. «La tengo ahí por si alguna vez sucede el milagro», apostilla.

«Funcionan los bares, pero las librerías van fatal. Otra cosa poco alentadora es que muchas veces los autores no valoran la corrección», apunta esta editora que tiene en su haber más de 200 publicaciones desde el año 2000 a un ritmo nada desdeñable de 24 títulos por año, entre los que destaca Juan García Arias. Memoria histórica del último alcalde republicano de Ponferrada, el poemario Lugares de Luis Miguel Rabanal, Palabras contenidas de José Luis García Herrero y, entre los últimos, su poemario La voz de los metales, con gran acogida en México a través de la Universidad Autónoma del país azteca.

La autoedición y editoriales que profesionalizan el sueño de publicar «ha hecho que no se caiga del todo», valora Rafael Saravia, director editorial de Leteo. La parte no tan positiva es que «faltan filtros». No se separa la paja del grano. Con 15 años de andadura, se ha especializado en catálogos de arte y literatura «con cierto grado de conciencia y visiones más alternativas». Ligada a las jornadas Leteo, que han traído a León a escritores de la talla de Paul Auster, ha sacado a la luz más de 40 títulos, de los cuales 22 pertenecen a la colección de poesía Azul de Metileno. Reciben entre cuatro y cinco manuscritos mensuales y nunca piden dinero a los autores que seleccionan. Las coediciones, aclara, «son disfraces de autoedición».

En León «no veo una gran labor con proyección aunque hay actores que resisten y aportan», subraya. «Aguantar en este sector es muy difícil» y ve en Eolas, especialmente en poesía, «un despunte a nivel literario» aunque aún está «a años luz» de las grandes. La falta de compromiso institucional con la desaparición de premios como Provincia y González de Lama es otro de los aspectos negativos del paisaje editorial leonés.

Artesana es la editorial independiente de Ana R. Jular y Nacho Aller, saltan el charco gracias al acuerdo con Nonia Ediciones (Panamá). Son dos publicaciones. La colectiva 24 horas y un poemario de Mar Mirantes. «Mi trabajo como editora se viene desarrollando desde el año 2002, en su mayor parte para editoriales de otras provincias», explica Jular. No cree que su labor «tenga algún peso en la actividad editorial de León» cuyo panorama está ensombrecido por la muerte de Everest: «Es lamentable que se haya conducido a la ruina a una empresa que fue un referente».

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