Diario de León

EL RASTRO DE UN ANTEPASADO

El hombre leonés del mesolítico tiene parientes en Suecia y Luxemburgo

El genoma de otros dos cazadores de 8.000 años hallados en Loschbour y Motala da el mismo fenotipo de Wenceslao, el moreno de ojos azules de La Braña-Arintero

Reconstrucción virtual del aspecto que tenía ‘Wenceslao’, científicamente Braña 1

Reconstrucción virtual del aspecto que tenía ‘Wenceslao’, científicamente Braña 1

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ANA GAITERO | LEÓN
León

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El mesolítico de León ya tiene hermanos. El genoma de un hombre de 7.500 años en Suecia y otro de edad similar en Luxemburgo presentan el mismo fenotipo, ojos azules y piel oscura, que el hombre de La Braña-Arintero, de unos 8.000 años, del que se obtuvo el primer y más completo genoma del europeo moderno.

Motala 12 y Loschbour son los primeros hermanos de Braña 1, bautizado Wenceslao por sus descubridores, si bien podría haber aún más parientes ya que en el yacimiento mesolítico sueco se encontraron varios individuos adultos y un niño. Un estudio del Harvard Medical School publicado por la revista Nature concluye que la población europea actual proviene de tres grandes núcleos ancestrales.

El grupo liderado por el profesor David Reich ha analizado los genomas obtenidos de siete cazadores-recolectores de Escandinavia encontrados en una excavación en Motala (Suecia), un cazador que fue descubierto en una cueva de Loschbour (Luxemburgo) en 1935 y una agricultora de Stuttgart (Alemania) que pertenece a las primeras generaciones de agricultores del Neolítico en el continente europeo.

Tanto las secuencias de ADN de Loschbour como las de Stuttgart dan fenotipo de pelo oscuro y Loschbour, al igual que La Braña 1 y Motala 12, tienen ojos azules o claros, mientras que el de Stuttgart tiene ojos oscuros. «Ni Loschbour ni La Braña llevan el alelo de piel clara que está presente en Stuttgart y casi fijo en los europeos de hoy, pero Motala 12 tiene al menos una copia del alelo derivado, mostrando que este alelo está presente en Europa antes de la llegada de la agricultura», dice el estudio.

El estudio genético de estos individuos ancestrales, a los que se sumó la información ya existente sobre el genoma secuenciado del hombre de La Braña-Arintero, y de un euroasiático de Siberia fueron cotejados don los de 2.345 personas de 203 poblaciones actuales.

Los cazadores llegaron a Europa hace unos 40.000 años, mucho antes del advenimiento de la agricultura. Durante las glaciaciones se refugiaron en el sur y se expandieron en el Mesolítico, cuando el hielo se retrajo de la zona central y norte de Europa.

Lo curioso es que su perfil genético, morenos de ojos azules, no se corresponde con ninguno de los grupos de población modernos, lo que sugiere que fueron asimilados por el avance de la ola de agricultores del Neolítico. Sin embargo, sus genes perviven en los europeos modernos, en mayor medida en los del noreste que en los del sur.

Un primer grupo de ancestros de los europeos actuales serían los cazadores recolectores de la zona de Eurasia, estudiados en un hombre de Siberia del Paleolítico Superior, un segundo grupo serían los tres mesolíticos ‘hermanos’ (Braña 1, Motala 12 y Loschbour), de ojos claros, y el tercero los primeros agricultores del Neolítico, cuyos rasgos se han encontrado en el genoma de una mujer de Stuttgart de unos 7.000 años de edad, de ojos oscuros y piel clara.

«Los datos genómicos de las poblaciones europeas actuales presentan proporciones diferentes de estas tres poblaciones ancestrales», explica Carles Lalueza-Fox, investigador del Instituto de Biología Evolutiva del CSIC-Universidad Pompeu Fabra. Está al frente del equipo que publicó el genoma de La Braña 1 a primeros de 2014 convirtiéndolo en el referente europeo del mesolítico.

La nueva investigación poblacional explica cómo los europeos han llegado a tener el aspecto actual. Los cazadores de tez morena y ojos azules se mezclaron con los agricultores de piel pálida que entraron en Europa desde el Próximo Oriente —moderna Siria, Irak e Israel—donde surgieron las prácticas agrícolas hace 7.500 años.

Múltiples investigaciones sugieren que el nuevo modo de vida fue se extendió con una ola de emigrantes que se mezclaron con la población indígena de cazadores recolectores que se encontraron por el camino.

Asimismo, una «misteriosa población» con rasgos afines al hombre siberiano (Malta 1) también contribuyeron al paisaje genético actual del continente.

El fenotipo de ojos oscuros de los primeros agricultores se localiza más en el sur de Europa. En cambio, los ojos claros de los cazadores recolectores del mesolítico, tanto de Suecia como de La Braña y Luxemburgo, está más presente en Escandinavia en la actualidad. El componente ancestral del genoma secuenciado del hombre de Siberia (Malta) es el más difuso y tiene valores más residuales. Se cree que entró en tiempos bastante recientes procedente de Asia Central.

«La hipótesis más plausible es que en el Neolítico hubiera una gran sustitución poblacional en el sur de Europa» dice Lalueza-Fox. Los científicos creen que los agricultores llegaron al norte más tarde y en un número más reducido, por lo que se asimilaron con las poblaciones mesolíticas. «Podría ser por eso que los dos individuos que hemos analizado sean más cercanos a los poblaciones actuales del norte del continente que del sur», continúa el biólogo.

La singularidad del nuevo estudio es que confirma que los europeos de hace siete mil o diez mil años tenían los ojos claros y la pigmentación de la piel oscura. Para Lalueza «no es tan raro» que se encuentren individuos semejantes en territorios tan distantes como Suecia, Luxemburgo y el norte de España. «Eran grupos móviles y su concepto del mundo es muy diferente del actual», matiza.

Lo sorprendente es que se hayan encontrado dos individuos tan bien conservados como Braña 1 y su compañero de cueva, Braña 2, al sur de Europa, opina el científico. «De momento, es más fácil obtener genomas en el norte de Europa por el clima», subraya.

«La adopción de la agricultura, la cría de ganado y la vida sedentaria de las sociedades del Neolítico dieron como resultado cambios adaptativos en los genes asociados con la inmunidad y la dieta», señala el estudio Derived immune and ancestral pigmentation alleles in a 7,000-year-old Mesolithic European publicado por Nature en el mes de marzo.

Sin embargo , los limitados datos disponibles de anteriores cazadores-recolectores dificultan la comprensión de los procesos selectivos asociados con esta transición crucial para la agricultura en la evolución humana reciente, añadía el equipo de Lalueza-Fox.

Esta investigación partió del hallazgo casual, en octubre de 2006, de dos esqueletos de individuos varones mesolíticos en una cueva del macizo del pico de Las Vallinas. La cueva está en suelo de la localidad de Arintero, en el límite con el pueblo cercano de La Braña, ambos pertenecientes al municipio de Valdelugueros.

En 2010 la Consejería de Cultura de la Junta publicó el estudio coordinado por Julio Vidal y Encina Prada con todos los datos del hallazgo y las investigaciones arqueológicas, antropológicos y de rituales funerarios. Se supo entonces que eran dos varones de unos 40 años de unos 8.000 años de antigüedad, que medían 1.66 y 1.63 centímetros respectivamente. No presentaban caries en los molares y sí las características propias de usar la dentadura como tercer brazo para preparar pieles, tensar los arcos y trenzar cuerdas y fibras. Braña 1 tenía signos de haber sufrido un politraumatismo y en Braña 2 se encontraron indicios de artrosis. Pero se desconoce la causa de su muerte.

El arqueólogo de la Junta tomó contacto con el equipo de Biología Evolutiva del CSIC y aunque en un primer momento no se afrontó, con posterioridad se decidió intentar lograr la secuenciación del genoma con muestras obtenidas en los molares de ambos individuos. Sólo fue posible hallar el genoma con el individuo bautizado como Braña 1. De esta manera se obtuvo el genoma humano completo de la etapa pre-agrícola.

Actualmente, el equipo del CSIC colabora con otro grupo de Estados Unidos para obtener más copias del genoma del mesolítico leonés. Se han logrado 3,4 copias en la primera fase y se aspira a conseguir hasta 30 lo que multiplicaría su calidad de cara a nuevas investigaciones «más finas».

De momento, La Braña 1 es el «genoma de referencia del Mesolítico: dentro de 100 años seguirá siendo la referencia», añade el investigador para quien el conocimiento del genoma tiene «el valor de que nos sirve para conocernos a nosotros mismos». La Braña 2, bautizado Ataúlfo por sus descubridores, está algo peor conservado por encontrarse el esqueleto dentro de una poza de agua. Uno de los retos que tiene el equipo de Lalueza-Fox es «genotipar posiciones que sean variables en los europeos actuales» para conocer la mutación concreta —un nucleótido u otro— que dio lugar a los ojos azules.

Todavía hay muchas incógnitas que despejar. El equipo de investigación de Harvard señala que con el nuevo estudio se ponen sobre la mesa nuevas preguntas importantes para analizar en futuros trabajos sobre el ADN antiguo. «La primera cuestión concierne a dónde y cuándo los agricultores del Próximo Oriente se mezclaron con los cazadores-recolectores europeos para dar lugar al EEF» ( early european farmer - primeros agricultores europeos), señalan en Nature .

La segunda incógnita a desvelar en futuras investigaciones gira en torno a cómo los ancestros del europeo actual adquirieron su primera ascendencia del ancestro del norte de Eurasia.

«La discontinuidad en el centro de Europa durante el Neolítico tardío (hace 4.500 años) asociado con la aparición de tipos de ADN mitocondrial ausente en anteriores agricultores y cazadores-recolectores plantea la posibilidad de que los ancestros del norte de Eurasia pudieron aparecer en este momento», añade el estudio.

Por último, los investigadores subrayan que «será importante estudiar antiguas secuencias del genoma del Próximo Oriente para proporcionar conocimientos sobre la historia de los euroasiáticos de base».

La publicación cita al hombre de La Braña, en el norte de España, y el estudio que se publicó en enero en la misma revista, que abrió el camino para revelar el origen del genoma antiguo del europeo moderno y el impacto demográfico de la llegada de los agricultores en el Neolítico.

El hallazgo de La Braña-Arintero constituyó una novedad muy importante para el conocimiento de los últimos grupos de cazadores-recolectores posteriores a la era glaciar.

Asimismo, podría echar por tierra teorías como la que se venía sosteniendo hasta ahora por prestigiosos científicos como Germán Delibes sobre un supuesto vacío poblacional en la cuenca del Duero entre el Paleolítico Superior y los primeros agricultores y productores del Neolítico. «Abre una perspectiva muy alentadora en lo que hace referencia a la búsqueda de las evidencias habitacionales de estos grupos humanos en la Cordillera», apunta el estudio publicado por el Museo de León.

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