Diario de León

LEÓN LUCHA POR LA MINERÍA. LOS OCHO DE SANTA CRUZ

Inyecciones de ánimo

Los mineros de Villablino se acercan al pozo de Santa Cruz para apoyar el encierro.

Compañeros y familiares de los ocho encerrados, haciendo guardia ayer tarde en la boca del pozo de Santa Cruz del Sil.

Compañeros y familiares de los ocho encerrados, haciendo guardia ayer tarde en la boca del pozo de Santa Cruz del Sil.

Ponferrada

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El bloqueo del diálogo en la Mesa del Carbón los había dejado un poco cabizbajos. Pero los ocho mineros que están a punto de cumplir tres semanas de encierro en el pozo de Santa Cruz recibieron ayer una buena inyección de ánimo. Se la pusieron trescientos compañeros, que a primera hora de la mañana se acercaron desde Villablino para apoyarles.

Blanca Fernández, la esposa de Alfredo González, uno de los ocho encerrados, se encontró con una verdadera multitud cuando se acercó a la boca de la mina desde su domicilio en Susañe a media mañana. Allí estaban los picadores, los barrenistas de Laciana, dispuestos a tirar para arriba de su marido y de sus siete compañeros. «Lo del Ministerio fue un jarrazo para ellos, no de agua fría sino de hielo», contaba Blanca a este periódico durante la tarde. «Pero llegaron los mineros de Villablino y les ha dicho que les están apoyando desde afuera. Seguirán peleando», añadió.

Los mineros de Villablino hablaron con los encerrados por megafonía y permanecieron en el pozo hasta las 13.30 horas. A esa hora, un nutrido grupo de mineros bercianos cortaba el tráfico en la A-6 en Villamartin, llevando un día más a la carretera su voluntad de resistencia frente a los recortes del Gobierno.

Otros que han hablado desde la boca de la mina, esta vez usando el teléfono interno, fueron los dos hijos de Alfredo González, Adrián y Guillermo. Recuperado su padre del catarro que le obligó a tomar antibióticos, el mayor de los dos niños, Adrián, de 12 años, quiso contarle personalmente que había sacado un Notable alto en el examen de Conocimiento del Medio. Adrián, que estudia sexto de Primaria, quiere ser veterinario, y su madre estaba ayer dispuesta a hacer lo imposible para que así sea. «Nos lo están poniendo muy difícil, no sólo con la mina, también con la Educación», afirmó aludiendo a los recortes en la enseñanza. Blanca se mostraba moderadamente optimista, sin embargo. «Hasta que cumpla los 18, todavía podemos salir de esto», aseguró.

Así que la de Adrián, que acudió a la boca de la mina con su hermano Guillermo, siete años —«donde va el pequeño, va el mayor», afirmaba orgullosa su madre— fue la segunda inyección de ánimo que recibieron. Y a ver qué pasa hoy.

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